El anuncio de la banda terrorista ETA de “no llevar a cabo acciones armadas ofensivas” no debe coger a nadie por sorpresa. Lo que sí es recomendable es adoptar una posición escéptica y de cautela, porque, como ha explicado un miembro de la lucha antiterrorista, “no es suficiente”. Puede que sea un primer paso dentro de una estrategia de ir asumiendo, poco a poco, la imperiosa necesidad que tienen los terroristas de terminar, de una vez, con la pesadilla que ha estado lastrando la vida al pueblo vasco y al resto de España. Por eso, porque es muy importante acabar ya con ETA es también necesario apreciar este comunicado en su justa medida. Los seis minutos y medio del vídeo enviado a la BBC tienen una primera parte, la más extensa de consumo interno, dedicada a justificase a sí mismos y su precaria situación ante sus seguidores y simpatizantes. Está claro que los dirigentes de la banda, la nueva generación sedienta de protagonismo y violencia que hizo fracasar la última negociación con el gobierno Zapatero, no tiene ningún futuro. Y lo saben ellos y su entorno más radical; y también el que pretende recuperar un espacio de acción política
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en las próximas elecciones municipales de 2011 porque si no la denominada izquierda abertzale, representada por Batasuna y Eusko Alkartasuna, está abocada a la desaparición política sin presencia en los ayuntamientos y a la indigencia por falta de financiación. Y ser un luchador sin fondos tiene un recorrido muy corto por falta de convicción ideológica.
Los continuos golpes de la Policía, de la Guardia Civil y del CNI en estrecha colaboración con la policía francesa; la colaboración internacional que ha impedido que ETA ampliara sus refugios más allá de Francia, a Portugal y otros países centroeuropeos, y la recuperación del consenso general en la lucha contra el terrorismo etarra ha dado sus frutos y cada día son más los miembros de la banda que quieren acabar con la violencia y no tienen reparos en declararlo públicamente y por escrito. Hay más de un centenar de presos ilustres de ETA que lo han hecho. Pero, además de la precaria situación de la banda y de su entorno, hay una realidad que hay que valorar adecuadamente. La normalidad en el País Vasco de la mano del gobierno del socialista
Patxi López con el apoyo del Partido Popular. Es una realidad que se está sintiendo y viviendo cada día en las calles de los pueblos vascos. Con aciertos y con errores, pero la normalidad cunde efecto en una población harta de chantajes y extorsiones terroristas y de vivir con miedo pendiente de unos matones que tomaban las calles y pintarrojeaban las paredes impunemente. Eso ha cambiado y ha contribuido a un nuevo ambiente que, en un ejemplo claro, se ha demostrado con la atracción histórica de turistas este verano al País Vasco. Por cierto, el índice de paro es de los menores dentro de España.
Tendremos más tiempo de ir analizando las consecuencias de este paso dado por los terroristas, pero hay que exclamar con indignación que ellos, precisamente ellos, no son nadie para nada, y mucho menos para atribuirse la posibilidad de “abrir el proceso democrático” . No es admisible ni siquiera pensar que los asesinos puedan albergar alguna esperanza de negociación política y mucho menos insultar con esa intención al pueblo vasco y al resto de España. Y, sobre todo, esa opción representaría un menosprecio intolerable hacia las víctimas del terrorismo que tendrán que jugar su papel en el proceso que ponga punto final al terrorismo etarra.
Podemos estar ante un primer paso de los terroristas, pero, evidentemente, no es suficiente porque lo que de verdad importa es dónde y cuándo entregan las armas y todo su entramado.
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