En pleno bicentenario de su independencia, los habitantes de Hispanoamérica ignoran de quién se independizó ésta.
Lo recoge una sorprendente encuesta realizada en 19 países de la zona. Sólo el 43% de los consultados respondió correctamente. El resto, con grandes diferencias según el país de que se trate —71% de respuestas correctas en Chile y sólo 35% en Colombia—, no sabe de qué va el tema.
Todo esto, pese a la enseñanza de la Historia en la escuela, al uso de la lengua española, a la religión compartida mayoritariamente y hasta a una toponimia llena de referencias coloniales. La razón del desconocimiento quizá se halle en la ambigua y deliberadamente confusa denominación de América Latina al conjunto del subcontinente.
Como no hay mal que por bien no venga, esa ignorancia a lo mejor permite que se olviden también los tópicos de la leyenda negra sobre los excesos de la colonización y el presunto expolio de aquellas tierras, tan del gusto de Evo Morales, Hugo Chávez y otros caudillos de nuevo cuño. De momento, puestos a ignorar, tampoco se sabe que los indios fueron propietarios de tierras bajo la protección de la Iglesia y de la Corona y que en toda América subsiste una enorme población indígena —desde México a Perú— sólo donde hubo colonización española, a diferencia de allí por donde pasaron Inglaterra, Francia, Portugal u Holanda.
El único detalle consolador de la macroencuesta citada es la respuesta sobre la influencia de España en Iberoamérica después del Descubrimiento: una mayoría del 57% cree que ha resultado positiva o muy positiva.
Esa imagen es, pues, la semilla de una cooperación que debemos hacer fructificar en el futuro.
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