La transparencia de los asuntos públicos es una de las garantías de la democracia. Si todos los dirigentes políticos hicieran suya esta idea a
Mariano Rajoy no le habrían metido en el lío de una supuesta "agenda oculta" de privatizaciones y despidos de funcionarios. El PSOE naufraga en las encuestas y como todos los náufragos se agarra a lo primero que flota a su alrededor. En el caso que nos ocupa, lo que flotaba eran las respuestas de Rajoy a una entrevista realizada por el director de "El País". El juego de las entrevistas es muy sencillo: uno pregunta y otro responde. Quien responde es dueño de sus respuestas y de sus silencios. Si la transcripción es correcta -y, que yo sepa, nadie ha dicho lo contrario-, entonces estamos ante un asunto en el que lo que aprovecha el PSOE es algo
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que intuye que puede crear desafecto entre futuros votantes del PP a los que advierte que si los populares ganan -como pronostican las encuestas-, recortarían empleos públicos y privatizarían la gestión hospitalaria.
Rajoy no decía eso en la entrevista aunque de su respuesta a la pregunta sobre el plan de ajuste de
James Cameron en Gran Bretaña podría inferirse esa conclusión. Dejó dicho que no le parecía mal el "plan Cameron", pero sin entrar en más detalles. Y, ahí, aprovechando ésa ambigüedad, es cuando
Rubalcaba ha entrado con el cuchillo en la boca. Lo irónico de la situación es que siendo
Rodríguez Zapatero quien ha decidido recortar el sueldo a los funcionarios y congelar las pensiones -medida a la que se opone el PP-, ahora, por obra del equívoco al que ha dado pie la mencionada entrevista, ante la opinión pública, es Mariano Rajoy quien aparece como una amenaza, como el potencial liquidador de las conquistas del Estado de bienestar. Rubalcaba ha encontrado un filón, un guión y un título para la serie: "Rajoy, el liquidador del Estado de bienestar". Atentos a la pantalla.
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