La Casa Blanca ha admitido que el presidente estadounidense, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, mantuvieron una conversación privada durante la celebración de la cumbre del G-20 en la localidad alemana de Hamburgo.
El escándalo radica en que todas las reuniones entre gobernantes o jefes de Estado deben ser públicas o al menos informadas a la opinión pública, pero este encuentro fue al margen del realizado de manera abierta ante los medios. En esta segunda reunión sólo estuvieron presentes los dos mandatarios y un traductor ruso, lo que ha provocado más reticencias entre los medios norteamericanos, que han criticado esta reunión opaca.
El propio Trump ha cuestionado a los que critican el oscurantismo de la cita y exige que dejen de especular sobre una trama rusa de su gestión como presidente de EEUU.