Juan Cavestany escribe y dirige al mismo tiempo una comedia negra, ‘El traje’, que enfrenta en escena a Ricardo, un guardia jurado de unos grandes almacenes, y a Juan Francisco, un hombre que acude el primer día de rebajas para hacerse con un traje.
Uno imagina a este último allí, apostado ante las puertas del establecimiento, poco antes del horario de apertura y en actitud de quien va a correr los cien metros lisos hasta llegar a la zona de caballeros y encontrar allí las gangas soñadas…
El primero es Luis Bermejo, habitando a Ricardo, un hombre grandón, abandonado por su mujer, solitario e infeliz, con las luces justas y sabedor de que allí es él quién representa a la autoridad.
El segundo, el cliente, es Javier Gutiérrez, un pequeño constructor, casado y padre de un hijo adolescente, que se ve envuelto en un desgraciado accidente con una mujer que también quería la misma prenda…
La acción se desarrolla sobre el escenario de la Sala Juan de la Cruz del Teatro de la Abadía, aquí reconvertida en un sótano oscuro, oscurísimo, casi tétrico, iluminado únicamente por un tragaluz que aún hace más siniestra y delirante la situación de ver enfrentados a dos hombres con intenciones y voluntades indefinidas, pero, en todo caso, contrapuestas.
Uno, el vigilante, empeñado en descender al detalle de la situación para intentar confirmar que el otro, el cliente, ha sido el origen del grave accidente causado a una mujer mayor, aplastada en una de esas “melés” (sí, como en el rugby) en que muchas veces terminan estas competiciones comerciales en busca de oportunidades al que nos aboca el más genuino capitalismo salvaje en el que aceptamos vivir.
La situación es delirante, absurda, realista y surrealista a la vez, y recuerda a cualquier personaje de Franz Kafka (La metamorfosis, El proceso, El castillo…), que se ve envuelto y sobrepasado en situaciones increíbles que le hace reaccionar con la misma rabia que impotencia y hasta, finalmente, aceptación.
Lo que se puede ver en ese sótano lúgubre y desangelado ya lo subió Cavestany a los escenarios hace más de una década, pero los hombres somos como niños y hoy sucede lo mismo que ayer y, con toda seguridad, lo que también volverá a ocurrir en un mañana.
Bermejo y Gutiérrez, o viceversa, animales escénicos donde los haya, hacen las delicias del público que asiste expectante al desenlace de ese drama cotidiano, aquí de unos 75 minutos de duración, pero que, en nuestros más negros presagios, y viéndonos a nosotros mismos en la piel del cliente retenido, bien pueden durar una noche entera y en forma de pesadilla claustrofóbica.
Monica Boromello es la diseñadora de la lúgubre escenografía y el vestuario de los personajes; Eduardo Vizuete el responsable de la iluminación tenebrista, y Nick Powell el diseñador del espacio sonoro. Y, junto a ellos, Nacho Redondo y Marlene Michaelis, ayudantes de dirección.
La asfixiante comedia retrata con la misma crudeza que indulgencia a dos seres perdidos e insatisfechos, a dos antihéroes que, en el fondo se necesitan (Ricardo llega a decirle a Juan Francisco que “yo lo que quiero es que seamos amigos…”).
Como dice el mismo Cavestany en la presentación de la comedia, el espectador va a atravesar una especie de “túnel del terror y la risa” en la que, probablemente, se verá retratado, o al menos, verá retratadas a personas muy cercanas a su entorno, atrapadas como los personajes entre anhelos, temores y miserias.
Ficha técnica de la obra ‘El traje’
Texto y dirección: Juan Cavestany
Reparto: Luis Bermejo y Javier Gutiérrez
Ayudante de dirección: Nacho Redondo y Marlene Michaelis
Diseño de escenografía y vestuario: Mónica Boromello
Espacio sonoro: Nick Powell
Diseño de iluminación: Eduardo Vizuete
Fotografía e imagen: Sergio Parra | Eva Ramón
Diseño gráfico de la compañía: Rubén Salgueiros
Producción y administración: Andrea Quevedo
Dirección de producción: Ana Guarnizo
Producción ejecutiva: Mónica Regueiro | Carles Roca
Producción: Producciones Off, Vania y Carallada
Teatro de La Abadía, Madrid
Hasta el 7 de julio de 2024