El teatro de la Abadía acoge estos días un montaje de La Periférica compañía de cómicos, nacida hace ya más de dos décadas en la sevillana ciudad de Morón de la Frontera, escrito y dirigido por Raúl Cortés en donde hay cabida (y holgada) para lo bufonesco, lo surrealista, lo carnavalesco, lo carpetovetónico, lo esperpéntico y lo irreverente en todos los asuntos relacionados con el mundo de la cultura patria o, mejor dicho, sobre una forma creciente, interesada y desmesurada de entender nuestra cultura. El montaje se titula ‘Sólo queda caer’ y durante casi hora y media de función, que sostienen con solvencia y cara dura a prueba de bombas, tres estupendos Sara Velasco (La Parásita), Pablo Rodríguez (Zurrapa) y Cristina Mateos (El Pelele).
Los circuitos oficiales de la cultura hace ya tiempo que transitan por el camino de la burocracia, el clientelismo y la subvención. Con esas premisas, obviamente y por regla general, la libertad de creación sólo encuentra acomodo si va dirigida a la mayor gloria de quién la subvenciona. ‘Sólo queda caer’ denuncia esa situación caricaturizándola y, por supuesto, entre sentencia y sentencia, chascarrillo y chascarrillo, atizándole golpes directos al hígado del poder que aquí no sale muy bien parado.
Lo peor de todo es que esa ácida chanza bufonesca que atraviesa la pieza -y que tanto recuerda a La Zaranda, que estos días precisamente nos visita también en el Teatro Español-, dibuja finalmente en el espectador una mueca trágica y consciente al advertir que este no es el camino que merecen nuestro teatro y nuestra cultura (“¿Para qué queremos tanta miseria? Dejad algo para los demás…”).
La Parásita, Zurrapa y El Pelele esperan la llamada de un gerifalte de la cultura, Su Eminencia que, conocedor de la petulancia y la ambición de los tres personajes que le aguardan, acaba dándoles lo que esperan: prosopopeya, rango y boato a discreción. Basta con saber que, a uno de ellos, El Pelele, acaba por nombrarle “Primerísimo Primer Ministro Consejero Gerente Único de Cultura, Inteligencia y Sabiduría del todo”. Y a sus colegas de oficio y ambiciones, otro tanto…
Deslumbrante y carpetovetónico el vestuario diseñado por Ángeles Varó, que planta a La Parásita con un españolísimo traje de volantes de colores amarillo y azul; a Zurrapa le encasqueta un hábito de nazareno (tan propio de la época que atravesamos), y a El Pelele, con un traje de luces que para sí querrían las más mediáticas figuras del toreo.
Paco Chía, Raúl Palacios y Gabriela Albanese han creado la escenografía del montaje, unas puertas altas de madera, que de algún modo recuerdan a las clásicas puertas giratorias de las que todos estamos aprendiendo a diario en España, y unas sillas tan desgastadas como el amor que cantaba Rocío Jurado, “de tanto usarse”. A todo ello pone luz con delicadeza y sensibilidad Carmen Mori.
Y los diálogos (que no siempre son dignos de tal nombre, porque aquí nadie escucha a nadie…), derivan por el barrio del absurdo, de la caricatura y del pesimismo, de modo que no es extraño que uno de los personajes sentencie al diagnosticar sobre el estado de salud de nuestro teatro que, en buena medida es un “catálogo de ataúdes”.
Está muy bien que, de vez en cuando, venga alguien verdaderamente independiente, que nos suelte las verdades del barquero para que el oficio entero del teatro se plantee algunas cuestiones que viene dando por normales y hasta por ciertas, porque lo mismo no son tales. Muy interesante.
‘Sólo queda caer’
Texto y dirección Raúl Cortés
Reparto: Cristina Mateos, Pablo Rodríguez y Sara Velasco
Asistencia de dirección: Cristina Mateos
Escenografía: Paco Chía | Raúl Palacios | Gabriela Albanese
Iluminación: Carmen Mori
Vestuario: Ángeles Varó Vestuario Escénico
Vídeo, fotografía y cartelería: David Blanco y Patricio Hidalgo
Producción: La Periférica compañía de cómicos
Teatro de la Abadía, Madrid
Hasta el 10 de marzo de 2024