Monólogo curioso y delicado para su puesta en escena el que se presenta en la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez de Madrid bajo el título de ‘Paraíso’, un texto de Inmaculada Alvear, con dirección de Luis Miguel González Cruz y protagonizado por Chema Ruiz.
La fábula de ‘Paraíso’ presenta a un alto ejecutivo -frío, ambicioso y despiadado como corresponde al cliché social de esa figura-, que acaba de sufrir un trasplante de corazón. Por supuesto que Juan, que así se llama, ha echado mano de todas sus influencias (que son muchas y la mayor parte nada éticas), para que el trasplante se haga cuándo, cómo y dónde a él le interesa.
Todo parece ir estupendamente porque el ejecutivo nota por momentos la robustez de su nuevo corazón, su funcionamiento armónico y preciso como un reloj suizo. Al hombre, incluso, se le ocurrió averiguar la identidad de la persona donante y lo consiguió sin gran dificultad. Se trataba de una mujer dominicana que había ejercido la prostitución en los últimos años, originaria de un pueblo más que deprimido económicamente, y madre de un hijo con problemas pulmonares originados por los gases tóxicos que emitían algunas industrias norteamericanas allí radicadas.
Pero, en un momento dado, la personalidad, el pensamiento, las emociones, los deseos sexuales incluso de Jessi, las antiguas dueñas del corazón trasplantado, se van imponiendo en el cerebro y en los sentimientos de Juan, hasta el punto de transformarlo radicalmente. Ahora el ejecutivo tiene que ponerse sujetador, tanga y, de pronto, sus inclinaciones sexuales sufren un verdadero terremoto y alcanzan un índice que le resultaba desconocido, lejano, impensable hasta entonces.
Sobre el escenario, un sillón de oficina con ruedas al que el director ha encontrado docenas de posibilidades. Al fondo, una gran pantalla rectangular que lo atraviesa de lado a lado y sobre la que se proyectan tanto la monitorización de los movimientos del corazón trasplantado como las imágenes de Jessi, o los sueños y las pesadillas del Juan, primero trajeado y más tarde con la lencería de capricho oculta tras su disfraz de ejecutivo. La luz y la escenografía son obra de Miguel Ángel Camacho; la videoescena la firman Guillermo Ynat y Alba Trapero; el vestuario de Juan lo ha diseñado Sara Ortiz de Villajos, y Elena Pérez ha dibujado con precisión el movimiento.
Chema Ruiz habita a Juan (aunque no es el único, sí el principal y más complejo personaje a quién da vida en el montaje), que poco a poco, se va transformando y dejando paso en su cuerpo y en su mente a Jessi, esa mujer dominicana de clase baja y con gran sensibilidad social por el entorno que la vio crecer, que alberga en su corazón valores absolutamente opuestos a ese capitalismo salvaje que atraviesa a Juan antes de someterse al trasplante. Esa transición de uno a otro personaje lo hace el actor con medida, sin aspavientos ni sobreactuación, lo cual contribuye a hacer más creíble esa circunstancia inverosímil, al menos así, a primera vista. Claro que viendo bailar a Chema esos ritmos caribeños que atraviesan el montaje muy pronto cambia uno de parecer.
No sé por qué últimamente todo apunta en España hacia esa república caribeña (corrupción futbolística, política y económica), y ahora también en el terreno dramatúrgico, así es que lo mismo se hace cierto eso de que España mañana será dominicana. Interesante.
‘Paraíso’
Autora: Inmaculada Alvear
Dirección: Luis Miguel González Cruz
Con: Chema Ruiz
Ayudante de dirección: Daniel Martos
Iluminación y espacio escénico: Miguel Ángel Camacho
Movimiento: Elena Pérez
Diseño de vestuario: Sara Ortiz de Villajos
Atrezo: FOCOPS
Audiovisuales: Guillermo Ynat y Alba Trapero
Diseño gráfico: José L. Martos
Voz en off: Gustavo Solís
Imagen Jessi: Fanny García Adames
Técnica: Andrea Martínez
Fotografía: Paula Valdez
Producción: Vinka Mendieta
Teatro Fernán Gómez, Madrid
Hasta el 7 de abril de 2024