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Cartel de 'Natacha'
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Cartel de 'Natacha' (Foto: Javier Naval)

Crítica de la obra de teatro 'Natacha': miseria, soledad, desesperanza y falta de futuro

miércoles 12 de febrero de 2025, 13:13h

Vuelve Laila Ripoll a Luisa Carnés, la escritora y periodista de la Generación del 27 que Ripoll contribuyó decisivamente a poner en primera línea literaria y dramatúrgica a través de su aclamado montaje de Tea Rooms. Ahora Ripoll adapta y dirige en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid ‘Natacha’, la primera novela de Carnés, escrita en 1930, cuando la autora del 27 tenía sólo 23 años.

Estoy seguro de que los espectadores de Tea Rooms no se perderán tampoco esta ‘Natacha’, pero quienes no pudieron acudir a aquella propuesta tampoco debieran perderse esta. En ella, la protagonista, Natalia (soberbia, admirable Natalia Huarte), que trabaja en un taller de sombreros de la época -salarios bajos, horarios eternos, abusos sistemáticos del gerente disfrazados de paternalismo...-, mantiene con su trabajo a su padre y a su madre sin que por ello puedan escapar de la más absoluta miseria económica, social y personal. Su padre es un maltratador, que ha dado una mala vida a su esposa y que ahora lleva encamado más de un año sin que por ello deje de abusar y esclavizar a su mujer y a su hija. Con ellos vive desde hace unos meses Gabriel (muy bien Jon Olivares), estudiante de escultura, que ayuda como buenamente puede a la familia y es un joven de buenos sentimientos.

Junto a los intérpretes de Natalia y Gabriel, también estupendos Pepa Pedroche (que encarna con la maestría que acostumbra a la Madre y a Doña Ada), Fernando Soto (despreciable Don César, el director de la fábrica, que valiéndose de su posición acaba poniéndole un piso a Natalia y convirtiéndola en su amante), Isabel Ayúcar (Ezequiela/Salud/Pilara) y Andrea Real (Almudena/Elenita).

(Foto: Javier Naval)Arturo Martín Burgos es el diseñador de la escenografía (paredes descascarilladas y humilde mobiliario teñidos de gris); Almudena Rodríguez Huertas es la diseñadora del vestuario; Paco Ariza ha ideado la iluminación; Mariano Marín el espacio sonoro (apenas cuatro o cinco voces desde la calle -las del trapero, la vendedora de hilos, agujas y alfileres, o la del sereno-, ya ponen al espectador en el ambiente miserable de la época); Emilio Valenzuela como encargado de la videoescena y Paula Vegas, de la minuciosa caracterización de los personajes.

A caballo entre la tragedia y el folletín, la historia que Carnés escribió y que conocía perfectamente por haber tenido que ponerse a trabajar a los 11 años (y precisamente en una sombrerería), y recreada con la sensibilidad y el compromiso habituales por Laila Ripoll, sitúan al espectador en la España de los años 20 y 30 del siglo pasado, una época llena de pobreza, de abusos contra los trabajadores y, más aún, si se trataba de mujeres, que además tenían que sufrir en sus carnes la explotación, la desigualdad, el matrimonio por conveniencia, el tedio del hogar, los hijos a la fuerza y la falta absoluta de futuro. Todo ello queda estupendamente plasmado en esta ‘Natalia’, en la que no faltan las influencias de los novelistas rusos del XIX (Tolstoi y Dostoievski, sobre todo), en donde los personajes nacen ya marcados con un destino prefijado que tendrán que afrontar ineludiblemente en su vida gris y desgraciada.

Y no quisiera terminar esta reseña sin subrayar con mayor énfasis el intachable, magnífico trabajo de interpretación de Natalia (o Natacha, como gusta llamarla Gabriel), una joven cortante, seria, incluso desagradable, pesimista, depresiva, que se rebela contra su triste destino, se prostituye con Don César y, finalmente, se enamora de un Gabriel ya casado, a punto de ser padre, y que no se atreve a dar el paso de romper con Lena, su entonces novia, y abrazarse a un destino común con Natalia, de la que se enamora desde el mismo momento de entrar a vivir con la familia de la protagonista de esta más que interesante ‘Natacha’.

‘Natacha’

Adaptación y dirección: Laila Ripoll
Reparto:
Natacha: Natalia Huarte
Gabriel Vergara: Jon Olivares
Madre/Doña Ada: Pepa Pedroche
Don César: Fernando Soto
Ezequiela/Salud/Pilara: Isabel Ayúcar
Almudena/Elenita: Andrea Real​​
Escenografía: Arturo Martín Burgos
Vestuario: Almudena Rodríguez Huertas
Iluminación: Paco Ariza
Espacio sonoro: Mariano Marín
Videoescena: Emilio Valenzuela
Caracterización: Paula Vegas
Ayudante de dirección: Héctor del Saz
Ayudante de escenografía: Laura Ordás
Ayudante de vestuario: Deborah Macías
Ayudante de iluminación: Carla Belvis
Residente de ayudantía de dirección: Inés Gasset
Asistente artístico: Paul Alcaide
Una producción del Teatro Español
Teatro Español, Madrid
Del 11 de febrero al 30 de marzo de 2025

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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