El dramaturgo italiano, Stefano Massini escribe el texto, Consuelo Trum lo dirige y Nattalie Cortez pone cuerpo, voz y alma a la periodista rusa Anna Politkóvskaya. Hablamos del montaje ‘Mujer no reeducable -memorándum teatral sobre Anna Politkóvskaya (1958-2006)-, que puede verse cada miércoles en el madrileño Teatro Lara hasta el próximo 26 de febrero.
Se trata de un monólogo de teatro documento en el que la excelente actriz venezolana Nattalie Cortez se mete en la piel de Politkóvskaya, periodista rusa que, sin haber cumplido aún los 50 años fue asesinada en 2006 a la puerta de su casa en Moscú simplemente por no ceder a las presiones del gobierno Putin y contar los hechos (hablamos sólo de hechos, no de opiniones), en la época en que la periodista fue corresponsal del diario ruso Nóvaya Gazeta en la segunda guerra de Chechenia. En el montaje, la periodista cuenta en primera persona las mil y una trabas que, tanto las autoridades rusas, como rebeldes chechenos y la propia administración de Chechenia, respaldada por Rusia, fueron poniendo en su camino mientras trataba de informar a los lectores de su periódico (y, a través de él, al resto del mundo), sobre lo que estaba pasando en ese país caucásico.
La pieza, estupendamente dirigida e interpretada, sube al escenario de la Sala Lola Membrives del Lara precisamente en un momento en el que ciertos sectores sociales ponen en cuestión en muchas partes del mundo el papel del periodismo en un tiempo en el que, teóricamente, hay miles de millones de móviles en las calles y los campos del mundo y, por tanto, otros tantos potenciales teóricos “informadores” on line de cuanto acontece públicamente. Claro que eso lo afirman sólo quienes no conocen el compromiso del periodista con la verdad; su ética profesional que incluye la protección de sus fuentes; con la obligación y la necesidad cotidianas de contrastar cualquier noticia que hace pública, y con su afán por dar a conocer la verdad, caiga quién caiga, a veces incluso pagando con la propia vida por ello. En otras palabras, que hay una diferencia abismal entre la profesionalidad y la credibilidad que un periodista se gana día a día, y la que se le pueda atribuir a cualquier ciudadano que, simplemente, da al ON a su terminal y, acto seguido lo cuelga en la red.
A pesar de sufrir en carne propia la violencia institucional de fuerzas rusas y chechenas; de presenciar secuestros y asesinatos en masa; de tener que vivir en condiciones muy adversas (sin luz, sin comida, casi sin agua, sin poder conciliar el sueño, sin medios de transporte…), Anna Politkóvskaya primó siempre la defensa de la verdad por encima de los intereses de todo tipo (políticos y económicos sobre todo), y sin desconocer que esa actitud podría acabar costándole la propia vida como, finalmente, así sucedió.
La actriz (magnífica, estremecedora en todo momento), se enfrenta al público del Lara vestida con una modesta camisa blanca y con un pantalón amplio. Rodeada de hojas de periódico, y con una mesa y una silla situadas a la izquierda del escenario. Relata en primera persona las experiencias de la periodista rusa, al tiempo que llora, se desespera, se recompone, pregunta y responde metiéndose también en la piel de diversos personajes, a cuestiones que le formulan o ella mismo lanza a militares o a ciudadanos chechenos con los que se entrevista para contrastar las informaciones. Y eso a sabiendas de que la verdad es justamente lo que más se esconde en una guerra. Y la de Chechenia no iba a ser distinta.
Varios disparos (secos, implacables, mortales…), detonan con inmisericorde eficacia varias veces a lo largo del montaje. Son los que atravesaron el cuerpo y la cabeza de la periodista para frustrar así su lucha por la libertad de expresión, por la búsqueda infatigable de la verdad: “En el año 2005 Vladimir Suskov, miembro de la oficina de la presidencia rusa, escribe una circular interna que dice textualmente que los enemigos del estado se dividen en dos categorías: los enemigos a los que se le puede hacer entrar en razón, y los incorregibles. Con estos últimos es imposible negociar, y esto los convierte en ‘no reeducables’. Es necesario que el estado adopte todas las medidas para limpiar el territorio de estos personajes no reeducables…”. Anna Politkóvskaya, obviamente, formaba parte de ese segundo grupo de enemigos y las autoridades rusas fueron coherentes con sus principios. Imperdible.
‘Mujer no reeducable’
Idea original: Stefano Massini
Dramaturgia: Stefano Massini
Traducción: Consuelo Trum
Dirección: Consuelo Trum
Dirección artística: Franklin Salgado
Reparto: Nattalie Cortez
Voces en Off: Carmen Mayordomo, Paula Bolinaga, Mariya Salyk, Iván Ugalde y Joan Bentallé
Composición Musical: Stefano Mavridis y Claudia Aponte
Música interpretada por Emvoés Ensemble:
Claudia Aponte (Piano)
Raisa Ulumbekova (Violín)
Alberto Castillo (Viola)
Ana Muñoz (Flauta)
Alex Olías (Contrabajo)
Stefanos Mavridis (Guitarra)
Iluminación: Eliecer Paredes
Diseño de sonido: Eliecer Paredes
Técnico de iluminación y sonido: Eliecer Paredes
Fotografía: Eliecer Paredes
Diseño gráfico: Laura Delgado
RRSS: Arlette Torres
Producción Madrid: Johann Moreán
Producción: Coraje Teatro
Teatro Lara, Madrid
Hasta el 26 de febrero de 2025