Dentro del ciclo Canal Hispanidad, que se está llevando a cabo estos días en Teatros del Canal de Madrid, el argentino Guillermo Cacace dirige ‘Gaviota’, una versión libre de La gaviota (1896), una de las obras teatrales cumbre del dramaturgo ruso Antón Chéjov, a partir de la adaptación de Juan Ignacio Fernández. Esa es la estupenda noticia; la mala es que lo hace únicamente en dos días, ayer y hoy, y serán muy pocos los afortunados espectadores madrileños quienes podrán disfrutar con este valiente y arriesgado montaje del teatro off de Buenos Aires.
Buena parte del acierto de la propuesta de Cacace -gestada, por cierto, durante año y medio y en plena pandemia mundial del COVID y con ensayos a través de Zoom-, se fundamenta en la certera elección de sus protagonistas, cinco magníficas actrices también argentinas que ponen sobre la mesa sus almas de personajes chejovianos -hombres y mujeres-, con algunos de los espectadores entremezclados con las artistas en torno a una mesa y compartiendo con ellos unos refrescos y unos aperitivos que hermanan en actitudes y vida a quienes actúan y a quienes contemplan.
Se trata de Clarisa Korovsky (humilde y sumisa Masha), Muriel Sago (desarmado, frágil, vulnerable, estremecedor Kostia), Romina Padoan (soñadora, ilusionada, inocente Nina), Paula Fernández Mbarak (soberbia y endiosada actriz del teatro moscovita, Arkádina) y Marcela Guerty (cínico, frío, magnético y desalmado escritor Boris Alekseevic Trigorin), quien es, además, capaz de lanzar comentarios salteados soto voce durante un segundo con el espectador de al lado y con una sola palabra, sobre las actitudes de los otros personajes. O como Masha (Clarisa Korovsky) que, además de interpretar su personaje, ejerce también de distanciado, desapasionado narrador (“suena un tiro”, termina diciendo casi al final de la tragedia como si en vez del suicidio de Kostia se refiriese a la explosión de un cohete en las fiestas del pueblo…).
Mayor despojo de cualquier otro artificio teatral no cabe. Suenan escogidas piezas musicales entre acto y acto que, además de respiro para las artistas, asientan la emoción entre los espectadores, pero, sin embargo, no se cuela ni un solo efecto de sonido (tiros, aire, graznidos de aves, viento…), en esa casa de veraneo instalada al borde de un extenso lago por el que pululan confiadas las gaviotas que dan nombre a la que es a la vez comedia, drama y tragedia chejoviana.
Si la tensión emocional generada alrededor de la mesa que esas magníficas actrices argentinas son capaces de crear en torno a la fábula de Chejov, pudiese medirse con algún tipo de artefacto tecnológico (digamos un hipotético emocionómetro, por ejemplo), la aguja se habría pasado durante toda la más de hora y media de espectáculo en la zona roja.
Cien minutos de análisis, de descubrimiento lento y progresivo de las frustraciones, de la infelicidad de todos los personajes (de los 12 iniciales incluidos por el dramaturgo ruso, en esta versión han quedado sólo cinco), que a través de sus diálogos y de sus intensas miradas, que también escrutan a los espectadores que tienen ahí al lado, prácticamente encima, crean así un clima que convierte la experiencia teatral en experiencia casi religiosa sobre lo más profundo del alma humana: amores que no son correspondidos, sueños que se rompen nada más cumplirse y dolor que inevitablemente se acumula a medida que se van cumpliendo años.
Interesantísima propuesta que la suerte ha querido hacer coincidir con otra Gaviota del mismo calado emocional y estético que estos días aún puede verse sobre las tablas del Valle-Inclán, la dirigida por la peruana Chela Ferrari y que hace sólo unos días comentábamos en estas mismas páginas electrónicas.
¡Chéjov. siempre Chéjov! El montaje merece volver a los escenarios madrileños con menos urgencias en la programación.
‘Gaviota’
De:Antón Chéjov
Dramaturgia: Juan Ignacio Fernández
Dirección: Guillermo Cacace
Actúan: Clarisa Korovsky, Marcela Guerty, Paula Fernández MBarak, Muriel Sago y Romina Padoan
Fotografía: Alejandra López
Diseño gráfico: Leandro Ibarra
Asistente de dirección: Alejandro Guerscovich
Producción: Romina Chepe
Producción delegada y distribución: Carlota Guivernau
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)