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Del color de la leche
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Del color de la leche

Crítica de la obra de teatro 'Del color de la leche': destinos marcados

miércoles 01 de mayo de 2024, 11:54h

Primero fue novela, y de éxito, y ahora sube al escenario del Teatro de la Abadía ‘Del color de la leche’, de la mano de la experimentada compañía vasca Tanttaka Teatroa, adaptada por la propia autora, Nell Leyshon, traducida por Mariano Peyrou en montaje dirigido por Fernando Bernués con la misma sensibilidad que acierto e inteligencia.

La historia transporta al espectador a la Inglaterra rural de 1830, un momento histórico en donde las clases sociales estaban bien marcadas, en donde el pobre era paupérrimo, y el rico atesora todas las posibilidades para triunfar y, de paso, aprovecharse de los más débiles para seguir perpetuando el status quo. Mary (un personaje espectacular, inocente, directo y de una lógica implacable, magníficamente interpretado por Aitziber Garmendia), es una joven hermosa y llena de desparpajo que vive con su familia en una granja. Allí, ya se sabe, hay trabajo para dar y tomar, y nadie de la familia debe permanecer mano sobre mano porque, de otro modo, el trabajo se acumula inevitablemente. Incluso Mary, que cojea de una pierna y tiene el pelo ‘Del color de la leche’, es obligada por su padre a ejercer todo tipo de labores relacionadas con el ganado ovino y vacuno (cuidar, ordeñar, limpiar el establo, alimentar a los animales…), y en la ayuda de la casa.

El padre de la protagonista, dueño y señor de la granja, decide mandar a su hija como criada para cuidar a la mujer del Vicario (de ambos personajes masculinos se encarga con plena solvencia Joseba Apaolaza). La Esposa del Vicario (estupenda también Mireia Gabilondo, que duplica personaje como Madre de Mary). Y con ellos, Edna que trabaja también como criada en la casa del Vicario y señora, y Violet, la hermana de Mary, que queda en casa como soporte siempre insuficiente de la familia de granjeros (los dos papeles son interpretados por Nerea Mazo, que en la función a la que pudimos asistir sustituye a Miren Arrieta). Ralph (Jon Olivares), el hijo del eclesiástico, a punto de irse a cursar estudios universitarios, deja preñada a Violet. Y, por último, el Abuelo (José Ramón Soroiz), desamparado, siempre a la espera de ser atendido por su nieta favorita, Mary, que permanece durante toda la función a la izquierda del escenario perfilando un objeto con un cuchillo afilado que provoca un sonido inquietante durante la hora y media del montaje.

Mary, práctica y analítica a la vez (“me preocupo por muy pocas cosas. Si no puedo hacer nada, entonces no me preocupo. Si puedo hacer algo, entonces lo arreglo y ya no tengo que seguir preocupándome más”), comienza y termina dirigiéndose al público y apelando a su memoria para que no deje pasar ni un sólo gesto, ni una sola palabra y que así pueda completar el puzle que, poco a poco, se va levantando sobre un escenario cubierto de lana de las ovejas, y repleto de sillas a uno y otro lado que, dispuestas horizontal o verticalmente, son al tiempo las testigos y los espacios que albergan los avatares de los distintos personajes. Fernando Bernués firma también la escenografía, David Bernués la precisa iluminación e Ikerne Giménez, el cuidado vestuario.

La protagonista ve cumplido su deseo de aprender algún día a leer y a escribir, de ser capaz de dejar de ver “sólo un montón de rayas negras en los libros”, aunque a cambio habrá de pagar un altísimo precio por ello. Pero, al menos -y eso es muchísimo-, sabrá contar en primera persona y mirando a los ojos a los espectadores, su historia personal, su “qué”, y su “por qué”, que es la historia de tantas mujeres que han tenido que callar los abusos de quienes, aparentemente, son la encarnación de todas las virtudes públicas. Sólo mujeres valientes y sin complejos, como Mary, son capaces de desentrañarlos y colocarlos en el lugar que verdaderamente les corresponde.

Un montaje hipnotizarte, lleno de paradojas y de momentos repletos de humor inteligente que sobrevuela una situación social indignante. Más que interesante.

‘Del color de la leche’

Novela original y adaptación: Nell Leyshon

Dirección: Fernando Bernués

Traducción: Mariano Peyrou

Reparto: Joseba Apaolaza, Miren Arrieta / Nerea Mazo, Mireia Gabilondo, Aitziber Garmendia, Jon Olivares y José Ramón Soroiz

Escenografía: Fernando Bernués

Vestuario: Ikerne Giménez

Diseño de iluminación: David Bernués

Técnica: Acrónica Producciones

Administración: Maite Gorrotxategi

Producción: Tanttaka Teatroa

Producción ejecutiva: Ane Antoñanzas

Producción: Paola Eguibar

Distribución: Portal 71

Teatro de la Abadía, Madrid

Hasta el 12 de mayo de 2024

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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