Enfrentarse a cada nuevo trabajo de Fernanda Orazi es siempre un estímulo, una sorpresa, un placer. Y ya sea sobre un escenario, ante el PC, o al frente de un nuevo montaje. Es también el caso de ‘La persistencia’, que durante unos sábados más puede disfrutarse en el madrileño Teatro del Barrio.
Orazi ya dio muestras de su mirada profunda, reflexiva, obsesiva incluso, en su Electra, a través de un juego entre todos los elementos necesarios para que pueda hablarse de teatro: alguien que escribe, adapta y dirige (Sófocles y Orazi, en este caso), unos actores que se adueñan del espíritu de los personajes, y un público que entra también a formar parte de la convención y sin el cual no hay teatro posible.
Ahora, como si de un juego de muñecas rusas se tratase, y en un ejercicio muy borgiano, la dramaturga, directora y actriz vuelve a presentarnos una pieza poco convencional en dónde una actriz (Orazi), presenta a otra actriz, la maravillosa Ángela Boix, que se encarna en el personaje de una tercera actriz para desnudarse en canal ante el público y en plena representación, mostrándole su dolor, su miedo, su cansancio, su efímera alegría, sus dudas constantes, su vértigo, su pasión, su obsesión, su angustia, sus gritos de gaviota herida , su creciente desazón, sus silencios, su determinación… y, con todo y ante todo por su condición de actriz, su persistencia. ¿O es que hay otro modo de hacerse con un personaje que la repetición hasta el infinito de sus palabras, sus gestos, sus silencios, sus dudas…? ¿Y así, con la ayuda de la directora, acabar por aprehender su alma, su yo más íntimo y terminar haciéndolo propio?
En el monólogo que protagoniza Ángela Boix, no se ocultan las preferencias de la autora y las constantes visitas a sus autores favoritos (Turguénev, Chejov, Tennessee Williams…). Es un ejercicio de introspección sobre el trabajo de la actriz, que comienza hundiendo su cabeza sobre el pecho y llorando, “porque hay que llorar… Lo dice el texto… Y esta pared es un buen lugar para llorar…”. Y Ángela Boix se consagra como excelente actriz con todo un escenario vacío, que recorre yendo, viniendo, cambiándose varias veces de indumentaria en sendas visitas al camerino (abierta la puerta, con la luz encendida), o en el baño, y subiendo y bajando las gradas entre el público. Y sin parar de lanzar al aire sus dudas, su desesperación, su angustia por no poder ni querer salirse de ese abismo infernal y necesario para acabar, no ya habitando, sino convirtiéndose en esa actriz que marca el texto, que busca la dramaturga.
Fundamental también en el resultado final de la propuesta la ayuda en el vestuario y la escenografía de Pablo Chaves; en la profunda e intimista iluminación de Iván López-Ortega; en la inspirada música de Javier Ntaca, el minimalista cartel de Juan Paños y en todo lo demás, es decir, en la ayudantía de dirección de Leticia Etala.
Es la mejor Ángela Boix que he visto nunca y, ya que la función no llega más allá de los 70 minutos, el cuerpo del espectador se queda ávido, hambriento de más, de seguir disfrutando de esa actriz inequívocamente de raza que es la Boix, así es que habrá que volver a disfrutar de los mil y un detalles de cada uno de sus gestos, sus movimientos, su voz, su obsesión, sus repeticiones en ‘La persistencia’. “Soy una gaviota… No, no. Soy una actriz”, como se repetía Nina en la inmortal obra de Chejov. ¡Imperdible!
‘La persistencia’
Dramaturgia y Dirección: Fernanda Orazi
Actriz: Ángela Boix
Ayudantía de Dirección: Leticia Etala
Vestuario y Escenografía: Pablo Chaves
Iluminación: Iván López-Ortega
Música: Javier Ntaca
Cartel: Juan Paños
Producción: Pílades Teatro
Teatro del Barrio, Madrid
Todos los sábados hasta el 6 de julio de 2024