25/11/2016@07:58:00
La corrupción es, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el segundo problema para los españoles después del paro. Si bien es cierta la preocupación de los ciudadanos ante la corrupción política, no es menos cierto que todos somos corruptos en potencia, por lo que corremos el riesgo de que esta conducta termine siendo aceptada como normal. Un estudio de la University College de Londres ha demostrado que el cerebro de los corruptos se adapta para aceptar su conducta. Diariocrítico ha charlado Isabel González, formadora internacional en Neuromarketing, para conocer los detalles de este estudio. “Este estudio demuestra que pequeñas transgresiones en busca de un beneficio van generando un cambio de plasticidad neuronal que transforma a esa persona en deshonesta, y a su vez, el hecho de que los demás no lo condenen, favorece que el resto también lo sea”, asegura González.