historias ejemplares

No es muy corriente que en plena crisis económica, cuando el paro azota duramente a nuestro país y en especial a los jóvenes, alguien decida dejar el trabajo. Más raro es si encima ese trabajo es estable y no está nada mal remunerado para los sueldos que se cobran hoy por hoy. Pero las madrileñas Fedra Martínez y Patricia Alonso, ambas de 32 años y cuñadas, lo hicieron. Llevan dos años embarcadas en "una aventura en repostería, de la tercera generación de una familia de artesanos pasteleros" y no les va nada mal. Hacen galletas, pero una galletas muy, muy especiales. De auténtico diseño.

Tiempos de crisis, tiempos de repliegue empresarial. O no. David Ortega y Roberto Laguna, co-fundadores y socios de Forcover, se lanzaron a montar su proyecto Forcover, a pesar de que, como reconocen, "montar una empresa en tiempos de crisis es un salto al vacío". Juntos, y a golpe de financiación propia, han puesto en marcha una empresa española de carcasas personalizadas para móviles, consolas, portátiles, tabletas...Son los llamados "covers" o vinilos adhesivos 'a la carta'.

La Comunidad Valenciana podría ser intervenida por el Gobierno central: la crisis ha golpeado tan fuerte que los servicios comunitarios podrían caer como un castillo de naipes por las maltrechas finanzas públicas. La destrucción de empleo en esta Comunidad parece no tener fin: según las cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA), el 27% de los valencianos en edad laboral no tiene trabajo. O lo que es lo mismo, uno de cada cuatro valencianos está en paro. Frente a esta situación, dos empresas, una joven y otra añeja, han emprendido el camino de la emprendeduría y pugnan por abrirse camino en la crisis económica. Éstas son sus historias.

El 11 de mayo de 2011 tembló la tierra en Lorca (Murcia), una ciudad de cien mil habitantes, incluyendo inmigrantes marroquíes. Catorce mil viviendas quedaron dañadas y decenas se derrumbaron. Cayó la torre mudéjar del santuario de la Virgen de la Huerta y miles de personas se quedaron sin hogar. Ahora se cumple un año de aquel triste suceso, que costó nueve vidas, decenas de heridos y millares de tragedias económicas. Cuatro mil personas siguen sin poder regresar a sus casas, manzanas enteras siguen vacías, muchos edificios históricos se reconstruyen por dentro, las marcas verdes, amarillas y negras con las que se clasificaba el estado de los edificios continúan, como un recordatorio siniestro, en tantas paredes.