La conclusión obvia es que la derecha gana terreno mientras la izquierda discute quién lleva la voz cantante.
El PP compensa el desastre vasco, donde sólo pierde un escaño frente a los 7 del PSE, con la victoria arrolladora de Alberto Núñez Feijóo, que conserva sus 41 diputados de hace cuatro años. El presidente de la Xunta se ha revalidado a sí mismo y, de paso, a Mariano Rajoy, su paisano, amigo y gran valedor, que tiene en él al sucesor perfecto y el mejor reclamo posible para unas terceras elecciones.
Alfonso Alonso sabía que iba al ‘matadero’ político. El PNV le ha robado el discurso y los votos; la posición numantina del PP vasco, unida a sus peleas internas, le ha pasado factura, aunque tampoco ha sido para tanto. Es la última fuerza política en Vitoria -en compañía de los socialistas-, pero podía haber sido peor. Al menos sabe que PNV y PSOE le necesitan para sumar mayoría absoluta.
Para el PSOE no ha sido un buen día. Más bien ha sido un desastre, aunque Idoia Mendia pueda argumentar que sus nueve escaños son decisivos en el Parlamento Vasco. Tanto como los nueve del PP: en realidad a Urkullu no le hacen ninguna falta de momento, la ley electoral vasca ya le ha hecho Lehendakari y todo depende de su voluntad de consenso.
Lo peor es que el PSE ha dejado de ser un referente de la izquierda en el País Vasco. Por el lado independentista, Bildu ha aguantado el tirón de Podemos. Ha perdido cuatro de sus 21 escaños pero se mantiene como segunda fuerza política indiscutible. El inhabilitado Otegi es otro de los vencedores de la noche, guste o no.
Por el lado estatal, el partido morado entra en Vitoria con 11 escaños, dos por delante de los socialistas y seis por detrás de los de Arnaldo Otegi. Una de cal y una de arena a la luz de sus propias expectativas.
En Galicia, el sorpasso ha sido aún más doloroso. Al final, el PSdG -dirigido actualmente por una gestora, o sea, descabezado- ha conseguido empatar a 14 escaños con En Marea, pero con menos votos, poco más de 15.000 papeletas que le roban el liderazgo de la izquierda.
En cualquier caso, tanto uno como otro han fracasado en su principal objetivo, desalojar al PP de la Xunta. Y, además, de forma humillante. El BNG, por su parte, ha perdido un escaño y se queda con seis.
Lo de Ciudadanos se veía venir pese a los esfuerzos de Albert Rivera. Un 2% en el País Vasco y un 3,3% en Galicia les ha dejado muy lejos de conseguir un escaño autonómico. El fenómeno naranja cotiza a la baja como partido de ámbito nacional por mucho que lo tuviera asumido. No ha conseguido mantener ni el escaño de UPyD en Vitoria.