No estuvo mal Rufo con el toro. Lo mejor, una tanda por el pitón izquierdo, de mano baja, bien ligada, en la que los naturales surgieron ceñidos y profundos. Media estocada y orejita. Más acelerado y perfilero anduvo ante el feo sexto, de casi 600 kilos, pero sin trapío alguno, que se paró en la segunda tanda y empezó a salir desentendido con la cara arriba.
Fue esa la tónica general de la decepcionante y mal presentada corrida del hierro madrileño. Desigual en el caballo, resultó tan noble, como blanda y descastada. Los hubo con calidad, sí, pero todos pecaron de sosos y fueron a menos.
Peor aún fueron las actuaciones de las dos "figuras" acarteladas. Castella, sobrado de técnica y oficio, dio infinidad de pases, casi siempre al hilo, y no dijo nada, mientras Manzanares molió a su lote a base de latigazos y abusó de las ventajas sin pudor.
Ni una vez se puso de verdad. Después de 24 y 21 años de alternativa, respectivamente, ¿no estaría bien un descanso? Indefinido, claro.
Se guardó un minuto de silencio, al término del paseíllo, en memoria de Joselito 'El Gallo', al que mató un toro en Talavera hace 104 años.