Miguel Ángel Perera salió a revientacalderas desde que apreció por chiqueros su primer bicorne, de nombre tan antitaurino como ‘Pijotero’, al que recibió con mecidas verónicas ganando terreno y rematando casi en el platillo con una bella media.El salmantino vio rápidamente las opciones que le ofrecía la encastada y boyante embestida de su rival, y tuvo la inteligencia de citarle de lejos para embarcarlo en tres excelentes tandas de redondos templados y ligados que remató con buenos pases de pecho, uno de ellos mirando a los tendidos, cuyas palmas echaban humo.
Había ambiente de faenón, pero el coletudo bajó el nivel con la zurda, ya con la distancia acortada, por lo que volvió a los redondos, de similar nivel, y concluyó con su clásico ‘pererismo’ encimista obligando al burel casi a un par de circulares alrededor de su cintura. El animal no se cuadraba para la suerte suprema, por lo que la espada quedó algo trasera y desprendida.
Lo que no fue óbice ni cortapisa para que el usía tirara por partida doble de moquero, mientras algunos aficionados, siempre minoría incluso en la cátedra venteña, se querían suicidar por semejante desafuero. Mas ya se sabe que hace lustros que en el palco presidencial venteño no se sienta nadie con categoría y sí personajes orejeros y cómplices con el sistema y amén.
El que bregó con máxima ortodoxia, intentando el clasicismo y sin darse una sola ventaja fue Diego Urdiales. Ora con el segundo de la tarde, un toro exigente de casta áspera que iba siempre con la carifosca por las nubes y al que el riojano le buscó la vueltas y revueltas hasta encontrar el sitio mágico donde confluían las querencias y las distancias y le extrajo dos series de redondos y una de naturales que eran oro puro, aunque luego marrase con estoque y verduguillo.
El quinto, muy bajo de casta, tenía aún más guasa, pues embestía con un punto de violencia y se quedaba corto, por lo que los intentos de Urdiales, al que sólo hay que reprocharle que quedó inédito con el percal, no cuajaron esta vez. Perera se puso pesadísimo ante el inválido sexto, con el que se lució, como en el del triunfo, su extraordinaria cuadrilla de Curro Javier, Javier Ambel y Vicente Herrera tanto en la brega como con los palitroques.
En cuanto a Finito, cuya presencia en los carteles es una de las grandes incógnitas de la humanidad, o sea, de la empresa y del sistema, decir que desaprovechó otro codicioso y boyante ejemplar como el que abrió función, limitándose a retazos sueltos con percal y flámula de la clase que indudablemente atesora. Fue un esfuerzo supremo para este Finito nacido en Sabadell que ya, preso de la jinda, anduvo inseguro, embustero y bailarín con el manejable cuarto.
FICHA DEL FESTEJO
Toros de FUENTE YMBRO, serios, cuajados y bien armados que cumplieron en los caballos; con casta en diversa gradación excepto 6º, además muy flojo. FINITO DE CÓRDOBA: silencio; pitos. DIEGO URDIALES: silencio tras aviso; silencio. MIGUEL ÁNGEL PERERA. dos orejas tras aviso; silencio; salió a hombros. Plaza de Las Ventas, 16 de mayo, 2ª de la Feria de San Isidro. Lleno de 'no hay billetes'.
Crónica del festejo anterior