“Los tiempos son los que son y las circunstancias son las que son”. Mariano Rajoy ha recurrido a una de sus famosas ‘máximas’ para describir la Legislatura que le espera, y a la que todos menos él, obviamente, dan una vida corta. “Diálogo” y “consenso” presidirán su tarea de Gobierno. Él al menos lo va a intentar y lo que se pueda se pactará y lo que no, “se aparcará”.
Lo que tiene claro, y de ahí su tono de esta tarde, es que con el PSOE va a ser casi imposible, por lo menos en primera instancia. Para arrancar su Gobierno sólo cuenta con las 150 medidas pactadas con Ciudadanos y los compromisos con Coalición Canaria por lo que, una vez escuchado a Javier Fernández, el presidente de la gestora socialista, conjurarse esta misma mañana para no apoyar los presupuestos, sólo le queda una (o una y media) salida: el PNV y lo que se tercie con el Partit Democràta (la antigua convergencia).
En cuanto hasta dónde está dispuesto a llegar en su oferta de diálogo, Rajoy ha repetido su deseo de alcanzar un gran pacto sobre la educación y ha obviado cualquier otro tema con sus principios tan básicos como genéricos, la unidad de España, la igualdad…
Lo que no va a entrar en la materia de negociación es la reforma de la Constitución, sobre la que asegurado muy tajante que el Rey no le ha dicho “ni una sola palabra”. Según Joan Baldoví, de Compromís, Felipe VI habría abierto una puerta a efectuar cambios en la Carta Magna sin hacer “un drama”.
Ah y, por supuesto, ni palabra de su nuevo Gabinete. Ni siquiera para dar alguna pista sobre el futuro de dos personas muy próximas a él, Soraya Sáenz de Santamaría y Jorge Moragas, sentados en primera fila durante la rueda de prensa. El gesto de la vicepresidenta, un tanto de sorpresa, ha sido muy significativo. Pero hoy no tocaba hablar del Gobierno.
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