"Si no hay modificaciones en los apoyos recibidos no hay razones para hacer un cambio en las posiciones". Las palabras de Javier Maroto han despejado también el rumor/globo sonda que ha circulado estos días sobre la posibilidad de que alguien -Rajoy desde luego no va a ser- aceptara presentarse a una investidura ‘falsa’, imposible de prosperar pero que serviría para que empezaran a correr los dos meses de plazo antes de convocar nuevas elecciones. Un sacrificio absurdo sustentado en el supuesto vacío jurídico que no contempla la no menos absurda situación de que nadie consiguiera apoyos suficientes para dar un paso al frente. Se supone que para algo están las Cortes Generales y Patxi López.
"Si Rajoy se vuelve a mostrar tan irresponsable como hace una semana, el PSOE asumirá su responsabilidad y hablará a izquierda y a derecha. Hablará con Podemos pero también con Ciudadanos y también con IU". Según su número 2 en el Congreso, Antonio Hernando, Pedro Sánchez tendrá que aceptar si, como todo indica, el Rey le propone como candidato en la tarde del martes, tras despachar con Mariano Rajoy y cerrar la ‘segunda ronda’ de consultas.
En principio, lo previsto es que asuma el reto pero pida, precisamente a Patxi López, tiempo para poder abrir oficialmente las negociaciones tanto con C’s como, por supuesto, con Podemos.
Si ese colchón para negociar lo sitúa antes o después de la primera o segunda votación está aún por decidir. Hay muchos factores en juego de los que depende dar ese paso, en especial de lo que haga este lunes Pablo Iglesias, al que el Rey ha convocado a las 17.00 horas. Su elocuente silencio durante todo el fin de semana ha levantado un sinfín de especulaciones. Curiosamente, no ha sido el único líder político ‘desaparecido’, incluido Pedro Sánchez tras el Comité Federal, en vísperas de una semana decisiva.
La elección de la fecha de esa primera votación es una decisión que afecta a algo más que a la convocatoria de unas nuevas elecciones. El PSOE y Podemos -o el partido que sea- saben que están condenados a una derrota segura al exigir mayoría absoluta; el problema es que se repetiría 48 horas después con el requisito de la mayoría simple, un espacio de tiempo muy corto si se complican loas negociaciones. Estas, por supuesto, seguirían pero ya con la presión de una fecha límite, los dos meses que marca la Constitución, hasta que, como le ocurrió a Susana Díaz, haya ‘fumata’ blanca. Del ‘caso catalán’ nadie quiere acordarse aunque muchos lo ven ya como un escenario muy probable.