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Montoya, el de la mala rima

martes 11 de febrero de 2025, 13:31h

Hay un programa que se llama la Isla de las Tentaciones. Sólo con el título ya sabe uno que es mejor salir corriendo hacia el precipicio que sintonizar el burdel paradisíaco. Esta semana ha sido noticia mundial un imbécil, un tal Montoya, al que pusieron a ver en directo a su novia Anita, una golfa de marca mayor, follando con otro maromo.

Yo, que ni siquiera tengo sintonizada Telecinco en mi tele, me he visto bombardeado por tierra, mar y aire, vale decir por twitter, instagram y tiktok, con gritos más falsos que la palabra de Sánchez y clips con una carrera por el seaside mientras la Madama del lupanar, una tal Sandra Bernarda, que no ha debido ser buena persona ni dormida, aplaudía con las orejas el pico de audiencia al grito de Montoya, vuelve.

La madama, como todas las regentes de putiferios, cuida a sus chicas y anima a sus clientes. Esta, además, tiene una doble clientela: la desolación de los chicos cuando ella les procura amantes a sus novias y se los hace ver por pantalla gigante (mira qué cosas: como en la Naranja Mecánica cuando Alex DeLarge es sometido al Método Ludovico) y la falsedad en formato lágrimas de cocodrila cuando las novias, follaextraños todas ellas, se deshacen en llanto y se rasgan la camisa, como Camaróóóón, al ver que aquellos a quienes ayer encornamentaron hoy follan con cualquier guarrilla de las que abundan en Telahinco y que llegan al lupanar La Isla como las putas de Vargas Llosa llegaban al colegio militar Leoncio Prado: en camiones.

Haciendo mis deberes, descubro que la madama es una falsaria que lleva años viviendo de dañar las vidas de la gente, una especie de Jorge Javier Queásquez pero sin silicona. Resulta, según leo, que la madama quedó finalista en el premio Planeta 2020 que ganó Sáenz de Urturi con la excelente Aquitania. La lerdez de la madama es patente ante la inteligencia de Planeta: como la pastora de putas escribe como el culo y además sólo la conocen los habituales de programas de islas, Planeta decidió que, en lugar de destacar el título (como en Aquitania o en cualquier novela que se precie) con letras mayores a las del autor, en la portada de la de Bernarda su nombre aparece diez veces más grande que el título. ¿Por qué? Planeta no espera que los telecinqueños lean ni el rótulo del excusado, les basta con que reconozcan el nombre de la madama en la portada para que paguen por el truño y, como son telecincosfera, el mero hecho de pagarlo les hace creerse más inteligentes, aunque no sepan leer ni la dedicatoria.

El tal Montoya y su novia Anita son dos trepas estúpidos, seguidistas de la añagaza habitual de T5 y las Sandras Bernardas que en su parrilla proliferan, y ni siquiera tengo claro que fueran pareja real alguna vez: más parecen dos actores mediocres a la caza de una famita que les lleve al programa de Queásquez y de ahí a cobrar 500€ por bolo en discotecas pueblerinas.

Montoya tiene mala rima. Vicente, bésame la frente, dice el chiste; Serrano, bésame la mano; Vergara, bésame la cara; Paterna, bésame la pierna… Montoyaaaa, dónde vas Montoyaaaa. Este paleto de tercera y su noviastra gogo-girl en una barra sudada de algún motel con lucecitas, están consiguiendo lo que querían, salir en la tele y firmar autógrafos los viernes en el botellón del polígono. Ya sabes: cuidado con lo que deseas no vaya a cumplirse. ¿Qué entre tanto hay que llorar, gritar, patalear y fingir un sufrimiento intenso? Pues se hace, todo sea por la fama y la pasta fácil que seguro trae aparejada.

No sé cuántos de mis lectores siguen esa bazofia dirigida por una mujer con experiencia (es como se llamaba en los 70 a las putas viejas), ni me importa, sinceramente, pues cada uno tiene derecho a comer la mierda que mejor le sepa.

También Sandra Bernarda tiene derecho a ganarse la vida en lo que mejor sepa hacer, farsante literaria y madama de burdel de isla. Estos tres, Bernarda, Montoya y Anita, son hijos del milenio: absurdos, superficiales, hueros, falsarios y prostitutos herzianos, dignos hijos de su tiempo, este tiempo que nos lleva al caos por el lado wokie y al enfrentamiento por el lado contrario. Ojalá el meteorito se dé prisa y acierte.

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