Cuando en 1976 terroristas palestinos secuestraron el vuelo Sabena 571 de Bruselas a Tel Aviv desviándolo a Entebbe, Uganda, occidente miró para otro lado a pesar de que cuatro años antes, en los JJOO de Munich, los mismos terroristas, Septiembre Negro, asesinaron a once atletas israelíes con la ayuda de los nazis. Europa se portó con mezquindad cobarde.
La operación de Entebbe la diseñó el ministro de defensa Shimon Peres junto con las IDF y la decisión final la tomó el primer ministro Isaac Rabin. La misión de rescate la dirigió el teniente coronel Yonatan Netanyahu, hermano del actual primer ministro, que perdió la vida en el ataque.
Benjamín Netanyahu participó y fue uno de los cerebros de la operación Primavera de Juventud en la que el Mossad, Shayetet 13 y Sayeret markal localizaron y dieron de baja a ocho terroristas y a la cúpula de Septiembre Negro.
En la inteligencia de Entebbe estaban Shimon Peres, que llegaría a primer ministro, los Netanyahu -Yonatan morirá en la acción y Benjamín será primer ministro en tres ocasiones-, Ariel Sharon y Ehud Barak que llegarán ambos también a primeros ministros.
El rescate fue diseñado con premura ya que se acababa el plazo dado por los secuestradores. El mundo entero les dio la espalda llegando incluso a alinearse con Idi Amín Dada, un asesino y loco excéntrico, antes que con Rabin. La operación, cincuenta y tres minutos y ciento tres rehenes rescatados, acabó con los secuestradores, incluidos los dos nazis alemanes que les ayudaron, más cuarenta y cinco soldados ugandeses.
La lección es que los israelíes se toman seriamente la defensa de su país y, especialmente, la lucha contra el terrorismo palestino que está escindido en docenas de grupúsculos de sangre: Organización para la liberación de Palestina OLP, Células revolucionarias palestinas, CPR, Septiembre Negro, Frente de Liberación de Palestina FLP, Brigadas de Al Qassam, Brigadas de Al Aqsa, Yihad Islámica Palestina, Frente Popular de Liberación Palestina FPLP, Brigadas de Al Quds, Brigadas de Alí Mustafá, Brigadas de Nasir Salah Deen, Brigada de los Mártires de Al-Aqsa, Hamas, Brigadas Muyahidines…todos financiados por Irán.
Shimon Peres, Ehud Olmert, Benjamin Netanyahu y Ariel Sharon han sido todos primeros ministros de Israel con larga experiencia en las IDF y en el Mossad. Todos tienen una consigna muy clara: Israel debe ser defendida por encima de cualquier otra consideración.
Con un historial como el suyo, Benjamín Netanyahu no duda sobre lo que debe hacer y le importa poco que el TIJ le acuse de crímenes que difícilmente podrá probar aunque solo sea porque el 20% de la población de Israel es palestina y convive sin mayor problema con el resto de etnias. O porque pesará sobre el Tribunal que la electricidad, el agua potable y el gas de Gaza y Cisjordania los suministra desde hace décadas Israel y lo hace gratis et amore. O que su aportación para “ayuda humanitaria” a Palestina es la más alta del mundo y que, incluso, hay casi tantos partidos Palestinos en la kneset (Ra’am, Lista Árabe Unida; Jadash; Ta’al; Maki; Rakah) como partidos pro judíos. Con estos antecedentes es difícil sostener una acusación de crimenes de guerra, menos aún de genocidio como dijo nuestra Vicepija particular.
La hipocresía judeófoba de Occidente, en especial de algunos europeos entre los que destaca Pretty Prince of Moncloa, guarda un antisemitismo mal disimulado. Puede que a Netanyahu lo sienten en el mismo banquillo que a Slóvodan Milósevic, pero hay dos piedras con las que se toparán: una, a Netanyahu, defensor de Israel desde antes de la guerra de los Seis Días (1967) y tras veinte años en el ejército, habiendo luchado en la batalla de Karameh (Operación Infierno, 1968), la Operación Regalo (1968) la Guerra de Desgaste (Milhemet haHatashah, 1967-1970), la Guerra de Yom Kippur (1973), tres incursiones de las fuerzas especiales al Canal der Suez y dos incursiones en Siria, a Netanyahu, decía, se la sopla porque su historial de patriota lo avala. Y dos, porque con una carrera política como la suya, habiendo cursado arquitectura en el MIT, obtenido un Máster también por el MIT, un doctorado por la universidad de Harvard y habiendo sido primer ministro en tres mandatos no consecutivos en la única democracia real de la zona, su legado y su nombre están asegurados en la historia de Israel. Ya lo aprendimos con Golda Meir que no dudó un segundo en ordenar perseguir y ejecutar a los terroristas de Septiembre Negro que perpetraron la matanza de Munich. Puede que a muchos les parezca mal en estos tiempos de veganos y gentes de cristal, pero a los malos, con un palo y duro.