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Con quién te juegas los cuartos

miércoles 17 de mayo de 2023, 13:55h

No hace mucho que en Madrid nos levantábamos cada día con miedo. No un miedo tangible y cúprico como el que produce estar ante un león o un loco con un machete, sino un miedo sordo, tenebroso y ambiental, latente, que nos hacía caminar rápidos y suspicaces, evitando ciertas plazas o calles o edificios a ciertas horas.

Sin decirlo, esquivábamos cuarteles, edificios militares y judiciales, plazas emblemáticas y calles en las que supiéramos que vivía un ministro, exministro, militar, senador, diputado o simple profesor de universidad porque antes o después serían objetivo de ETA.

Los terroristas podían atacar a cualquier hora del día o de la noche, aunque solían preferir las primeras horas de la mañana, cuando la calle es un hervidero de adultos yendo a sus trabajos y niños a sus colegios. Mataban con un tiro en la nuca, con un detonador a distancia o con una bomba lapa en los bajos de un coche, traicioneros y alevosos, sin riesgos para ellos y su miseria moral.

Nunca pedían perdón, no importaba que se hubieran “equivocado” de objetivo o que en “la acción” hubieran muerto niños o peatones o un repartidor del pan. Nunca pidieron perdón y siguen sin hacerlo. Más de 850 personas asesinadas sin que ni una sola tuviera la más mínima oportunidad de defenderse, sin que ni uno solo de sus deudos haya escuchado nunca palabras de arrepentimiento o de perdón de los victimarios; al contrario, siempre se han revestido de una falsa y alarmante dignidad en la que se sienten héroes de barro y aclaman a sus sicarios cuando salen de la cárcel.

Ahora, y es solo táctica política, han presentado a medio centenar de terroristas para concejales de Bildu, muchos en los mismos ayuntamientos en que asesinaron a algún vecino. No es ni un error ni una casualidad, Bildu es ETA, ha sido fundada por ETA, se nutre de miembros de ETA (no existen los ex-miembros de ETA, cuando uno es terrorista lo es de por vida) y defiende los postulados de ETA. La decisión de llenar las listas con etarras es, pues, una decisión tan consciente como provocadora. Ellos sabían perfectamente el revuelo que levantarían, sabían que contarían con el apoyo de los sospechosos habituales, Podemos, ERC, y que pondrían en aprietos preelectorales al PSOE, su nuevo best friend forever en esta legislatura, un PSOE cuyas filas diezmaron a tiros y que hoy, en manos de un individuo con pocos escrúpulos que se cree cabalgando la historia, ha olvidado por completo.

Ahora ETA ha retirado las candidaturas de “los que tuvieron delitos de sangre”, siete, y han mantenido las del resto de terroristas, casi cuarenta. Era una jugada táctica prevista: han hecho ruido, le han tocado las narices a Pedro Sánchez, han cabreado al PP y han conseguido el apoyo falso y peligroso de los antiEspaña, Podemos y ERC en este caso.

Hemos visto a Echenique, a Rufián, a Belarra defendiendo el derecho de estos chicos, pobres, y recordarnos que se dijo que dejaran las armas y entraran en el Parlamento. Lo que no dicen es que una cosa es entrar en el Parlamento y otra distinta pactar con ellos: si se exige un cordón sanitario contra Vox por no representar los valores democráticos esenciales, ¿cómo es que no exigimos otro contra los asesinos? ¿Permitiríamos pederastas en las listas aunque hubieran cumplido sus condenas?

He defendido muchas veces un cambio legislativo que permita la prohibición total de los partidos que lleven en sus idearios acabar con España: ERC con su separación mitológica de una Cataluña de cuento que ni existe ni ha existido nunca; Podemos con su absurdez del estado plurinacional, como si el poder performativo del lenguaje fuera el mismo que el de un demiurgo creador; y, claro, Bildu y su matraca con la independencia de las actuales tres provincias vascas, más Navarra, más algunos territorios franceses que en su delirio, como los independentistas catalanes, llaman Euskadi norte.

De momento, los bildutarras se han salido con la suya y 37 cómplices de asesinato se sentarán en las concejalías de muchos ayuntamientos vascos. Pero nosotros, la gente buena de este país bueno, ya sabemos con quien nos jugamos los cuartos, además de con asesinos: con los quintacolumnistas de Podemos, los renegados de ERC y ese megalómano disfrazado de PSOE.

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