Hay un estudio realizado en los 1970, y repetido cada década desde entonces, que analiza el porcentaje de psicópatas por profesión. Las conclusiones muestran, edición tras edición, que el porcentaje de psicópatas en la población general varía entre el 1% y el 1,5%. Al entrar en el análisis según el tipo de profesión, se constata que en prácticamente todas las profesiones y oficios ese 1%-1,5% se mantiene. Hasta que nos fijamos en grandes empresarios y políticos.
Entre el grupo de altos directivos y grandes empresarios, el rango de psicopatía sube hasta el 3%-4%, pero entre los políticos se dispara: desde un 4% hasta un 7% en muchos casos. Aplicando las conclusiones del estudio, en España tenemos entre 23 y 39 psicópatas solo contemplando Diputados y Senadores. Si tenemos en cuenta los 75.000 políticos autonómicos, provinciales y municipales, la cosa cambia mucho en valor absoluto porque hablamos de entre 3.000 y 5.300 psicópatas.
Un psicópata no es necesariamente un asesino en serie, eso pasa en EEUU donde las cosas que ocurren son de otro costal. El DSM-5, el principal manual de psiquiatría del mundo, entiende que en la psicopatía hay “degeneración mental que afecta a individuos con personalidad anormal, que pueden ser antisociales o no pero que presentan de forma primaria predisposición a ciertos estados psicóticos”.
Los psicópatas muestran un patrón conductual asocial con rasgos de insensibilidad afectiva, falta de remordimientos, irresponsabilidad y agresividad. Cada uno de estos aspectos no es claramente perceptible per se; así, por ejemplo, la agresividad suele mostrarse en privado o camuflada bajo el poder que el psicópata posea en un gobierno o en una empresa donde una orden jerárquica diluye la agresividad psicopática transmutándola en dinamismo propio de un directivo o un gobernante.
Por su parte, la irresponsabilidad se manifiesta especialmente en el abandono de cualquier ética del comportamiento tras una decisión dolosa. Es decir, al psicópata tanto le da lo que opine nadie sobre sus decisiones y, en este sentido, no se siente responsable ni concernido con las consecuencias de sus decisiones. Si son buenas, se las apropia y si son malas son problema de otros.
En la actualidad, a los rasgos de este trastorno y en España, hay que añadir la falta de preparación técnica: no es lo mismo un (presunto) psicópata con el currículum de Elon Musk que uno con la ignorancia manifiesta de Carlos Mazón o Pedro Sánchez.
De alguna manera, los tres podrían representar sendas subcategorías dentro de la psicopatía. Así, Elon Mask es el hombre con IQ de sobredotación (140+ Stanford Binet), buena educación (Stanford) y familia de dinero en su Pretoria natal. Pedro Sánchez no tiene sobredotación pero tiene un IQ por encima de la media, familia con dinero y su preparación académica no es deficiente, aunque tampoco brillante. Carlos Mazón, en cambio, tiene un IQ en la media o incluso por debajo y carece de una formación sólida como jurista y como cantante.
Mask ha sido un hombre de acción y ha demostrado que no le importan los medios para conseguir sus fines. Sánchez y Mazón son políticos-pollo, políticos de granja que nunca han trabajado en nada que no sea la mamandurria política desde sus inicios, pero muestran idéntica desfachatez. Mazón fue cantante en salones de bodas y banquetes, Sánchez ni eso, pero ambos, siempre en el sector público, han demostrado sobradamente que solo les importan “sus” fines.
Ahora los valencianos estamos sufriendo el encontronazo entre dos presuntos psicópatas (a ver quién les pone el cascabel del diagnóstico), uno listo y otro tonto, uno frío como el hielo y el otro más tibio y más frívolo. Con ellos al frente, 223 muertos que se podrían haber evitado en su mayoría si uno solo de los dos hubiera sido “normal”, pero el psicópata suele ser narcisista y no le interesa nada más que sí mismo.
La batalla por el relato, esa repugnancia para llamar a la mentira atroz, empezó el mismo día 29/10 y la van ganando ampliamente los anti Mazón porque su estulticia, su inoperancia y su IQ limitadito no hacen otra cosa que trabajar en su contra. Y en contra de Núñez Feijoo, ese señor que no se entera de nada y que dirige el partido más mediocre de Occidente.