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Una década nada fácil para la Corona

martes 25 de junio de 2024, 13:05h

Acabamos de dejar la semana de conmemoración del X aniversario de la proclamación de Felipe VI como Rey de España, entre celebraciones populares, con el apoyo abierto y decidido de la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y la hipocresía acostumbrada entre los miembros del ejecutivo que, para inaugurar el segundo decenio del reinado del monarca le ha dejado inicialmente solo en su visita a Estonia, Letonia y Lituania, aunque a media tarde del domingo rectificó de aquella manera y Robles se incorporará únicamente el último día de la visita del monarca a los Países Bálticos. Nada nuevo bajo el sol de la Corona, que en los últimos seis años ha tenido que soportar con hierática calma y un estoicismo de primera, todo tipo de desplantes, feos y provocaciones directas de miembros del gobierno, incluso del propio presidente, que suelen poner una vela a Dios (estamos con el Rey y la constitución), y otra al diablo (les falta tiempo para situar la Arcadia en la II República), y declarados republicanos que, a su vez, soportan resignados que la popularidad de la monarquía española y la figura de Felipe VI sigan subiendo en simpatía y aceptación entre los españoles.

Recordemos, aunque sólo sea someramente, algunas fechas y acontecimientos que dan una idea clara de las inmensas dificultades con las que ha tenido que lidiar el monarca durante su primera década en la Zarzuela. Don Felipe fue proclamado Rey de España el 19 de junio de 2014 tras la abdicación de su padre, Juan Carlos I, que había permanecido en el trono durante 39 años, periodo en el que España se dotó de una Constitución (la de 1978), democrática, de consenso y admitida por todo el arco parlamentario del momento.

Don Juan Carlos, tres años después de aprobada la Constitución del 78, hubo de salvar una intentona golpista y sólo su clara determinación frente a la sublevación militar le granjeó el apoyo y la simpatía de todo el pueblo español. Pero, en los últimos años de su reinado, una serie de conductas personales nada ejemplares erosionaron su prestigio público irremisiblemente y se vio forzado a la abdicación.

Don Felipe, heredero de ese momento delicado para la Corona ni pudo ni quiso permitirse cerrar los ojos ante una realidad tan adversa y ya en su primer discurso como monarca fijó las grandes líneas que iban a marcar su reinado: “una monarquía renovada para un tiempo nuevo”. Que se regiría bajo unos principios morales y una ética presididos por la ejemplaridad y la transparencia.

Muy pronto hubo de pasar de las declaraciones a los hechos al retirar a su padre de cualquier tarea representativa de la Zarzuela y de España, y quitarle a su hermana Cristina, a raíz del escándalo del caso Nóos, el título de duquesa de Palma que le había sido concedido por Don Juan Carlos.

Se han cumplido, pues, los 10 primeros años del reinado de Felipe VI en medio de obstáculos permanentes y de todo orden (personales, familiares, políticos y sociales), que no han colaborado precisamente en ejercer su labor de neutralidad y de garante de la Constitución, máxima norma reguladora de la convivencia entre todos los españoles.

La década ha sido testigo permanente de la creciente polarización social alentada desde la Moncloa, y el populismo, que han erosionado la vida pública y la convivencia en nuestro país. Desde la irrupción de Podemos en la vida pública con un discurso abiertamente antimonárquico; el viraje de un PSOE que, de la mano de su secretario general Pedro Sánchez, iba radicalizándose por momentos para atraer a los votantes situados a su izquierda; y la división de la derecha con un PP absolutamente perplejo hasta la llegada de Núñez Feijóo a la presidencia del partido, y desbordado por la aparición, auge y declive de Ciudadanos y el nacimiento de Vox.

Pero quizás haya sido el auge del nacionalismo catalanista uno de los mayores escollos vividos en estos últimos diez años. Primero con la consulta independentista del 9 de noviembre de 2014, alentada por una Generalitat también decantada hacia el populismo, que tres años más tarde desembocaría en el intento de referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Las dudas iniciales del presidente Rajoy movieron a Felipe VI (como en 1981 hiciera su padre con ocasión de la intentona del 23-F), llamando a los poderes del Estado a actuar en defensa de la ley.

Y, en una década en la que la confianza en las instituciones ha sufrido una vertiginosa degradación, como nunca antes había sucedido en todo el periodo democrático, Felipe VI ha tenido el inmenso acierto de impulsar la regeneración y modernización de la Corona. Un empeño en el que no está solo, sino que camina de la mano de la Reina Letizia y, en los últimos tiempos, también de la Princesa Leonor, que se ha revelado como el mejor activo de la Corona para conectar con las jóvenes generaciones de españoles, a quienes además sirve de modelo de frescura, pero también de estudio y responsabilidad.

El mañana no es fácil tampoco, ni mucho menos. El panorama político nacional e internacional de la próxima década sigue igualmente convulso y Don Felipe ha de cuidar no dar ni un solo paso en falso. De fronteras adentro, los extremos políticos persisten en su voluntad de romper el orden constitucional y, precisamente por ello, han redoblado su empeño en seguir atacando la figura del Rey. Y, por otra parte, y en el plano internacional más próximo, la Unión Europea está también amenazada por las mismas pulsiones nacionalistas contra las que se fundó y sigue viéndose amenazada por la política expansionista y desestabilizadora de Putin en el extremo este de sus fronteras. Afortunadamente España cuenta con la experiencia y el temple de un monarca que es la mejor garantía para sus ciudadanos de que estamos en las mejores manos. Por eso el monarca no cesa de apelar en cuanto tiene ocasión a la defensa del Estado de derecho y del respeto a la ley como fórmulas inequívocas de garantía de futuro.

El Rey sigue apelando a la unión de todos los españoles y a seguir manteniendo la confianza en nosotros mismos neutralidad como Rey al servicio de todos los españoles y remarcan su defensa del Estado de derecho y del respeto a la ley.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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