El azote vil del gobierno del “puto amo”, como él mismo bautizó al “supremo líder”, presta más atención a desviar la mirada de la opinión pública hacia la Moncloa por el caso de la mujer del presidente Sánchez, Begoña Gómez (otros prefieren llamarlo caso PSOE, caso Ávalos o, los menos, caso Koldo), que a su labor directa como ministro de Transportes. Ocupa su tiempo y lo detrae de su atención al ministerio, más en hacerse el ofendidito porque la gente le llama feo y chulo, a vigilar de cerca a la prensa de la fachosfera que osa investigar y criticar el escaso e infructuoso quehacer ministerial tras el vergonzoso desastre de Cercanías Madrid o los famosos trenes que no cabían por los túneles excavados por el norte peninsular, y hasta a insultar al presidente argentino Milei de forma gratuíta acusándolo de tomar ciertas sustancias alucinógenas y provocando una crisis diplomática sin precedentes con el país hermano, y, últimamente, pretendiendo también que los madrileños se conformen con las líneas de cercanías, a las que presta escasa atención desde el mismo momento que tomó posesión del cargo.
Óscar Puente debe pensar que así sigue sumando puntos ante la mirada de Sánchez. Y es que lo del presidente y Madrid (dónde digo Madrid quiero decir Díaz Ayuso), se ha convertido en obsesión casi patológica. La cosa viene de largo porque las averías en Renfe y las reclamaciones de los usuarios se han disparado un 26% en la era Sánchez. Y si nos remitimos solamente a los últimos cuatro meses, nada menos que 50 averías, y 133 afecciones padecidas en el periodo enero-abril 2024 en la red de cercanías de Madrid, tienen en pie de guerra a los habitantes de la comunidad autónoma madrileña contra el ministro Puente. Creen los monclovitas ver en ello una forma de ahogar un poquito más, si cabe, a la presidenta Ayuso, por quien Moncloa y todo su entorno tienen una adicción y odio enfermizos. Pero no se dan cuenta de que, en realidad, así lo único que fomentan es la adhesión de los madrileños a Ayuso y, al tiempo, el enfado y la animadversión contra las siglas del partido que sostiene a Sánchez en la Moncloa.
Y es que, claro, Ayuso puede seguir saliendo por la calle, acudir a un partido de fútbol al campo del Madrid o del Atlético, o a la plaza de toros de las Ventas, y despertar la simpatía de los ciudadanos que hasta piropean a la vieja usanza a su presidenta sin que esta tire de feminazismo para afear su conducta por este hecho. Por el contrario, ni el ‘puto amo’ ni su fiel servidor en Transportes reciben ni un aplauso de las gentes de la calle que no dudan un momento en mostrar su preocupación, su animadversión, su cabreo por las consecuencias de diverso tipo que acaban teniendo todas sus partidistas actuaciones y decisiones sectarias contra Ayuso, es decir, contra Madrid.
El colmo de la dejadez de Transportes, de la nefasta gestión de la red de cercanías madrileña de Renfe, llegó la semana pasada cuando cientos de usuarios, después de estar parados en los túneles más de una hora, sin aire acondicionado y a punto de que las lipotimias acabasen haciendo mella en la mitad de los viajeros, decidieran bajarse del tren, tomar las vías y, a pie, llegar como buenamente pudieron (no sin poner en peligro sus vidas y las de los viajeros de otros trenes), hasta la estación de Atocha, el núcleo central de todas las líneas de Cercanías.
Hasta el consejero de Vivienda, Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, Jorge Rodrigo, a través de una carta dirigida al ministro Óscar Puente calificaba de «inadmisible» este grave incidente al tiempo que le trasladaba su «preocupación» por las incidencias «que persisten en el Servicio de Cercanías de la Comunidad de Madrid».
La situación no es nueva sino todo lo contrario, porque los madrileños vienen sufriendo graves perjuicios en toda la red desde hace años y desde Transportes no se ha movido ni una ceja para intentar solucionar el problema. Bueno, para ser justos, ese mismo lunes del caos en Cercanías, Transportes pagó 120.000€ para estudiar la "experiencia de viaje" en Cercanías. Eso se llama don de la inoportunidad.
Para el señor ministro debe de ser mucho más importante haberse convertido en un experto en X (su red favorita, que utiliza diariamente y a cualquier hora), amenazar con el cierre a los medios críticos, insultar al presidente de Argentina, lanzar toneladas de fango contra los jueces para preparar un nuevo decreto-ley que modifique las reglas de juego del CGPJ y, sobre todo, distraer a la opinión pública sobre las informaciones , por cierto cada vez más abundantes, de las numerosas irregularidades que Begoña Gómez ha venido cometiendo para que sus valedores empresariales se hayan visto beneficiados por cuantiosas ayudas oficiales que, sin embargo, no han llegado al común de los empresarios, es decir, quienes no cultivan la amistad de la señora presidenta.