Hay que ser muy miserable para urdir una trama como fue someter un decreto de los apodados “ómnibus” a su imposible aprobación del llamado “escudo social” que atrasa los euritos de escaso aumento de todas las pensiones o los descuentos de abonos del transporte para lograr la apariencia de que se debe a la oposición del Partido Popular.
De todos es sabido que estas disposiciones son temas a resolver más pronto que tarde por el Gobierno para lo que basta separar “el polvo de la paja”, es decir que el decreto cumpla sus deberes buscando los votos “debajo de las piedras” que es como decir debajo de la suela de los zapatos de Puigdemont.
El objetivo no era otro que provocar sobresaltos en las gentes más modestas y peor informadas y hacerles creer que sus incomodidades temporales se deben al PP. El compromiso de una moción de confianza parece una broma si todos sabemos que es una competencia del presidente del Gobierno que ya ha expresado que no está dispuesto a demandar. A Puigdemont le queda una promesa indefinidamente incumplida para aparentar sus quejas mientras sigue sacando de debajo de las piedras los votos positivos que necesita Sánchez. Esta campaña es un juego peligroso pues las encuestas demuestran que no se ha conseguido el efecto buscado pues el cabreo social rebotó en su momento contra el gobierno gestor y responsable de no hacer sus deberes en tiempo y forma.
Permitir que millares de okupas sigan viviendo de gorra mientras los propietarios legales de esas viviendas pagan agua, luz y gastos generales no puede aprobarse como parte de un escudo social contenido en un decreto ómnibus. Inquietar a un colectivo indefenso con el truco filibustero de colar normas secundarias sin acuerdo es el juego más miserable que se le puede ocurrir a un Gobierno podrido y desesperado.
A su socio Puigdemont sí se le ocurren fórmulas ingeniosas para prolongar la apariencia de una contraprestación seria a sus concesiones. Puigdemont volverá a poner en trance al Gobierno con ocasión de los Presupuestos Generales del Estado o antes si hay ocasión para ello. Puede seguir jugando al ratón y el gato con
Pedro Sánchez de ratón casero. A Pedro Sánchez le da igual hacer de ratón con tal de mantener el pacto electoral que paraliza todo cambio en la política española.