Compruebo el número 563 de mis colaboraciones en un “pseudomedio digital tabloide”, que diría Sánchez, y me siento pecador, como todos vosotros, amigos y compañeros de la libre expresión.
Pero el auténtico bulo creado por sí mismo es Sánchez que ha convertido su rango político en una causa personal.
Su “reglamento” es una sobreactuación para disimular su impotencia operativa.
Os dedico estas líneas por si os caen en gracia, como a mí me complace vuestra libre expresión, compañeros del alma de la prensa digital.
El procedimiento para romper la unidad de una gran nación es dar el poder a un gobernante impotente
Hablamos de España.
Lo saben las minorías separatistas. Lo saben los residuos comunistas disfrazados de hampa populista.
Ellos mantienen inflado el globo sanchista en un país donde ni gobierno ni oposición tienen base propia suficiente para imponerse.
El sanchismo no es una tesis. Es un bulo. El mayor bulo es hacer creer a los españoles, a los europeos y al mundo que España está gobernada por Sánchez.
España pasa por un tiempo crítico en que su Gobierno es impotente en política nacional e internacional porque depende de las estrategias o los intereses a largo plazo de unas minorías irresponsables y oscuras que actúan extramuros de cualquier sistema regularmente establecido.
No hay un modelo fiable ni de financiación, ni de planificación territorial, ni de política social. No es que sufrimos la decadencia del PSOE como minoría parlamentaria sino una situación ridícula que nos humilla y nos desprestigia como nación.
En la iglesia católica existe la figura de un cardenal camarlengo que controla los espacios vaticanos mientras los cardenales eligen un nuevo Papa. Sánchez es como un camarlengo que controla los espacios de la Moncloa y poco más. A él parece que le complace su papel de camarlengo residente mientras los enemigos de España y de las democracias corroen los cimientos del sistema constitucional.
Él es un bulo que está para que no estén otros. Será bulo presidencial hasta que los españoles despierten.