José Manuel Franco, deja la secretaría general del PSM no por culpable, sino por responsable. La responsabilidad dimitiendo es un ejercicio difícil de conjugar en política pero muy agradecido por la ciudadanía en general. Franco ha sido el encargado de pacificar la tradicional dispersión interna de los socialistas madrileños en momentos muy difíciles y tras el descalabro electoral del 4M ayer mismo calmó a sus huestes en el comité regional para una transición pacifica hacia el relevo obligado , asumido y necesario. Pero a veces es urgente poner tu cabeza a disposición antes que te la vuelen en mil pedazos políticos. Y ese ha sido el caso del hoy presidente del Consejo Superior de Deportes y ya ex secretario general de los socialistas madrileños.
Este gallego de Lugo y del 57, se come el marrón de una campaña que ni ha olido en su desarrollo y estrategia. Aún así él afirmará que es su única responsabilidad porque es un hombre de partido y de aparato y hacía falta un chivo expiatorio que alejara cualquier sombre de duda sobre los responsables del colapso socialista de Madrid. Pocos sabíamos que el comité de estrategia creado en el PSM para definir la campaña de Gabilondo no se ha reunido una sola vez. Nunca ha sido convocado y tiene nombres y apellidos de destacados militantes hoy también en la picota. Poca culpa pueden tener entonces los socialistas madrileños con algo diseñado en y desde Moncloa. O sí, algo en efecto clave, el consentimiento una vez más para ver pasar el toro desde la barrera sin poder aportar un solo capotazo por decisión del maestro de lidia ubicado en la Moncloa.
A Gabilondo desearle una pronta recuperación en lo personal. Acierta pasando de retirar su acta de diputado a la Asamblea. Ahora un simple movimiento de PSOE y PP asegurándole por consenso, como no puede ser de otra manera, su cargo de Defensor del Pueblo seria muy de agradecer. Nadie duda a estas alturas que el más “soso, serio y formal” atesora los valores necesarios para ese cargo con un envidiable talento y talante. Si Gabilondo quiere y acepta ya es otro cantar, pero desde luego lo merece.