Vuelve el Rastro, regresa un patrimonio vivo de la ciudad de Madrid que había desaparecido de las calles del barrio del Rastro. Una zona por cierto con más de 18.000 vecinos el pasado 12 de marzo, cuando el concejal presidente del distrito Centro firmó el decreto de cierre ante las alarmantes cifras de contagios que ya se estaban registrando en Madrid la semana del 9 de marzo. Una decisión que provocó que los comerciantes del rastro desmontarán sus puestos un domingo, era 8 de marzo, sin saber que el mercadillo desaparecería durante ocho meses.
Pero el poder de convocatoria que tiene el Rastro iba a ser muy importante. Fue en ese momento cuando prendió la mecha, los comerciantes veían inviable que no se respetara un lugar tan emblemático y comenzaron a manifestarse en las calles hasta sumar veintiocho concentraciones a finales de octubre.
Ahora tras seis meses de negociaciones, los comerciantes han vuelto a instalar el 50 % de sus puestos y lo harán cada semana, pero solo ocupando la calzada de las calles, teniendo que quedar libres las aceras para así poder delimitar mejor el mercado. Así podrán llevar a cabo un control correcto del aforo, 2.702 personas.
Finalmente, y como pedían las organizaciones, es responsabilidad directa de la policía municipal, vuelve a ser un valor esencial en Madrid. El único mercado que ¡ojo! es patrimonio cultural de la ciudad de Madrid, que tiene su origen en un antiguo matadero y en muchas tiendas que estaban relacionadas con actividades derivadas del mercado. Proviene de un mercado de ganado por eso se llama Rastro. El virus es el único obstáculo entre la historia y el futuro. Hoy podemos decir vivir para comerciar.