Madrid acogió ayer, domingo, la cumbre internacional del Orwelliano “Ministerio de la verdad”. Para quien no lo conozca, en su libro “1984” el “Ministerio de la verdad” de Orwell, es la estructura política encargada de mantener el control social mediante el engaño a la población. Por supuesto, con abundancia de propaganda, siendo la más famosa “El gran hermano te vigila” texto que aparecía bajo la cara del gran líder en los letreros que abundaban por la ciudad, unos letreros pensados para que el retrato de “El Gran Hermano” te siga con la mirada. En el fondo, si lo piensas, una trasposición de la religión, donde Dios te vigila a todas horas, con abundancia de imágenes y templos en prácticamente todas partes, (no vayas a olvidar que está ahí) y una estructura eclesiástica dedicada al castigo de quien no cumpla con su palabra (la de ellos, porque a Dios, como al Gran Hermano, no lo ha visto nadie andando por la calle).
“El ministerio de la verdad” tuvo un papel importante en las escoceduras sociales, todavía a medio cicatrizar, de la última orgía capitalista. Una orgía donde el artículo que más placer daba era el ladrillo, y que terminó con la visita a urgencias e intervención del Estado para salvar el culo a entidades financieras (o aseguradoras como AIG en USA) que tras ver cómo el atasco de cemento se llevaba por delante decenas de constructoras, a lágrima viva daban saltos señalando la culpa de los demás. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” nos decían, mientras los defensores de la sanidad privada pedían que su intervención se hiciera por lo público.
“El ministerio de la verdad” engañó a miles de personas con aquello de “la vivienda nunca baja” igual que te quiso contar aquello de que el 11M había sido ETA, o ahora te habla de independencia judicial
La Comunidad de Madrid, es ese invento del siglo XX -torbellino de pobreza que se comió las dos castillas- cuyo principal de habitantes debe su procedencia a la cuenta corriente de padres, abuelos, o personal, que dibujando números rojos señalaba como una brújula insistente la necesidad de abandonar el lugar de nacimiento para buscarse el pan. Madrid, como España, no existe, sino que lo inventan a cada poco para que no se nos olvide, y en su invención última, como un imán fabricado por Ayuso, nos ha traído esta suerte de internacional contra la humanidad, o contra sus derechos (los derechos humanos) que es lo mismo, dando cita a defensores de genocidios, homófobos, misóginos, o gente que habla con perros muertos. Así es la versión superlativa de “El ministerio de la verdad”
“El ministerio de la verdad” ya nos habló hace no tanto, en España, de que la solución a la crisis era recortar las pensiones, recortar el subsidio por desempleo, aumentar las tasas universitarias, eliminar la sanidad universal o, en Grecia, de que sus problemas se solucionaban dejándose saquear. “El ministerio de la verdad” habla de libertad en Madrid, mientras negaba el derecho a asistencia médica a los ancianos de las residencias, con resultado de muerte para 7291 personas.
“El ministerio de la verdad” te habla de que “España nos roba” en Cataluña, y en Madrid, te hace la ouija para resucitar a ETA.
Pero ahora, todo eso parece más grave, porque hay 35.000 muertos sobre la mesa, hay un gobierno que prohíbe dar clase a las personas homosexuales, una señora, presidiendo un país, que prohíbe a dos mujeres tener un hijo… Lo llaman “libertad” mientras violan el significado del término una y otra vez. Es la seña infinita de “El ministerio de la verdad”
Y todo esto sucede mientras fósiles políticos de antaño se niegan a permanecer en la urna del museo para tomar la pastilla azul y participar, aunque sea mirando, de la nueva orgía, cuyo próximo anfitrión es Milei, que este viernes ya expuso los que serán nuevos fetiches del placer a nuestros más insignes empresarios.
“El ministerio de la verdad”. Se frota las manos como se las frotaron antaño IBM, Bayer, Fiat, Mercedes, Siemens, y prácticamente toda la aristocracia, con las “oportunidades” que abría el fascismo. Nada mejor para la economía (de algunos) que la esclavitud de los demás. Ellos lo llaman “libertad”.
“El ministerio de la verdad” es una cosechadora de mentiras y sufrimiento, bien engrasada, que se presenta a las europeas abarcando desde Putin hasta Trump.