Hoy, que todo el mundo tiene grandes palabras para la gran persona que fue Mayor Zaragoza, a mí se me quedan pequeñas ante la consecuencia lógica del goteo del tiempo “que todo lo destruye” como cantara el tango de Gardel.
Habiéndolo sido todo, siempre tenía un hueco para hablar con todo el mundo, y al hacerlo, siempre brotaba la concordia.
La casualidad quiso que aquél 7 de mayo de 2011, al asaltar el escenario del Fernando de Rojas, fuera él la primera persona con quien me crucé para entregar el manifiesto de Democracia Real Ya. Pensé que me echarían de allí al hacerlo. Nada más lejos de la verdad, empezó a hablarme como si la persona de interés fuera yo. “El primer derecho humano es el derecho a la vida, y todavía hay lugares en el mundo donde este derecho no se respeta". "Fíjese que en Estados Unidos todavía en los estados de... la pena de muerte se sigue aplicando". “Ahora me han encargado hablar este tema con China".
Semanas después, reunidos en su despacho, se lamentaba por no poder traer a Nelson Mandela a Madrid en pleno 15-M: "Fíjense, 27 años metido en una celda, tiene las rodillas hechas polvo, pero vamos a impulsar una declaración universal por la democracia". Y lo hizo, como complemento a la declaración universal de los derechos humanos.
Cuando hablaba de Luther King era para poner en valor a Rosa Parks: "Sin la valentía de Rosa Parks, que se negó aquél día a ceder el asiento en el autobús, Luther King no hubiera podido pronunciar jamás su discurso 'I have a dream'. El futuro es de las mujeres, usted y yo no tenemos nada que hacer” decía sonriendo.
Nada de lo que yo pueda contar será más de lo que puedan contar sus más allegados.
Humanista inagotable, fragmento de nuestra historia, no se cansó jamás de promover un mundo más justo, igualitario y solidario. Habiendo sido director general de Unesco durante 12 años, ministro con Suárez, rector de la Universidad de Granada, fundador del Instituto de Biología Molecular Severo Ochoa o creador de la Fundación Cultura de Paz entre un sinfín de cargos más, decidió ser siempre y ante todas las cosas, con todos sus títulos, una persona al servicio de la humanidad. DEP