www.diariocritico.com
Donald Trump
Ampliar
Donald Trump (Foto: Facebook oficial de Donald Trump)

Trump y la extrema derecha global: imperialismo, fascismo y la crisis de la izquierda

miércoles 12 de febrero de 2025, 18:39h

Trump: El rostro del imperialismo renovado

Donald Trump, lejos de ser un rupturista del sistema, encarna una versión agresiva del imperialismo estadounidense, disfrazada de nacionalismo proteccionista. Su retórica anti-establishment oculta una agenda que prioriza los intereses de las élites corporativas y geopolíticas de Estados Unidos. El trumpismo no rechaza el globalismo, sino que lo reconfigura para asegurar la hegemonía económica de empresas estadounidenses y magnates como Elon Musk. Este "globalismo imperialista" se manifiesta en políticas como el condicionamiento de la ayuda a Ucrania a cambio de explotar sus recursos minerales estratégicos, un movimiento que refleja su visión transaccional de las relaciones internacionales.

Su enfoque en Ucrania es paradigmático: mientras prometía "poner fin a las guerras interminables", Trump exige ahora el control de tierras raras, litio y titanio, minerales clave para la industria tecnológica y militar, valorados en billones de dólares. Zelenski, en un acto de pragmatismo desesperado, ha accedido a negociar, priorizando la supervivencia inmediata sobre la soberanía a largo plazo. Esta dinámica evidencia que, más que un cambio de postura, Trump aplica un imperialismo descarnado, donde la ayuda humanitaria y militar se instrumentaliza como palanca de extracción de recursos.

Nada positivo hay en la maldad intrínseca de este tipo y sionista supremacista sin escrúpulos, como tampoco la hubo de Biden y otros antecesores.

La extrema derecha europea: Aliados en la reconfiguración global

Trump no actúa en solitario. Su influencia cataliza el auge de la ultraderecha europea, que ha adoptado su manual de estrategia: explotar el miedo a la inmigración por hambre que los mismos intereses del sistema promueven, demonizar a las instituciones supranacionales y normalizar discursos xenófobos. Partidos como VOX en España –también el PP-, el Reagrupamiento Nacional en Francia o Alternativa para Alemania (AfD) han encontrado en Trump un modelo y un validador internacional.

La cumbre de Madrid de febrero de 2025, organizada por los “Patriotas por Europa”, fue un escenario clave. Santiago Abascal (VOX), Marine Le Pen y Viktor Orbán elogiaron a Trump como símbolo de una "revolución del sentido común", promoviendo consignas como “Make Europe Great Again” y atacando a la UE, la OMS y las políticas migratorias sin ir a las causas y atacar a sus verdaderos responsables que son capitalistas importadores de mano de obra barata y las intervenciones militares que Occidente patrocina. Orbán incluso comparó a Abascal con un "torero" dispuesto a domar al "toro salvaje" de Bruselas, mientras Le Pen celebraba el "cambio global" que Trump representa . Este bloque no solo busca el poder nacional, sino redefinir el orden internacional bajo una lógica autoritaria y excluyente, alineada con los intereses geopolíticos de Washington.

USAID y la militarización de la política exterior

La administración Trump ha profundizado el carácter depredador de la política exterior estadounidense. Si bien organizaciones como USAID históricamente han servido a intereses estratégicos —incluyendo injerencias en golpes de Estado y “revoluciones” de color—, Trump ha optado por desmantelar incluso esta fachada "humanitaria". En 2025, impulsó la absorción de USAID por el Departamento de Estado, calificándola de "organización criminal" y priorizando una agenda puramente transaccional. Este movimiento no solo reduce la capacidad de “asistencia global”, sino que refuerza el uso del ejército y las amenazas económicas como herramientas de coerción, tal como se observa en Ucrania y en su enfoque hacia China.

El fracaso de la izquierda y el espejismo del "woke”

La consolidación de Trump y la ultraderecha no puede entenderse sin la crisis de la izquierda. En Europa, la ausencia de una alternativa de clase ha dejado un vacío que llenan movimientos fascistas. El llamado "progresismo woke", centrado en luchas identitarias desconectadas de la realidad material y científica, ha fracasado en ofrecer respuestas a la precariedad laboral, la desigualdad, la pobreza y el colapso climático. Como señala un análisis de “Expansión”, la ultraderecha capitaliza el descontento generado por décadas de neoliberalismo, mientras la izquierda liberal se alinea con instituciones como la OTAN y la UE, percibidas como lo que son, cómplices de la austeridad.

Hacia una izquierda antiimperialista y de clase

Frente a este escenario, urgen dos tareas:

  1. Desenmascarar el fascismo como proyecto de clase: El fascismo no es un accidente histórico, sino una herramienta de la burguesía para destruir sindicatos, reprimir disidencias y garantizar la acumulación capitalista. Los brutos que lo encarnaron en los años veinte y treinta del siglo pasado -incultos sin altura intelectual, a pesar de algunos antecedentes teóricos basados en el idealismo nacionalista y racista- y quienes hoy lo encarnan -desde Trump hasta Abascal- son ejecutores de un programa económico que beneficia a las élites .
  2. Reactivar la lucha de clases: La izquierda debe trascender el liberalismo "progresista" y reconstruirse desde las bases, articulando demandas concretas -vivienda, salud, salarios dignos- y confrontando tanto al neoliberalismo como al imperialismo. Un "soberanismo socialista", como proponemos cada vez más personas, que priorice alianzas internacionales antiimperialistas y la democratización económica.

La hora de la resistencia y de la organización

Trump no es una anomalía, sino la expresión de un sistema en crisis. Su alianza con la ultraderecha global y su voracidad imperialista exigen una respuesta coordinada. La izquierda debe abandonar el callejón sin salida del identitarismo y recuperar su raigambre popular. Como enseñó el siglo XX, solo la unidad obrera y la claridad ideológica pueden frenar el fascismo. El tiempo apremia: o se construye una alternativa desde abajo, o el futuro será escrito por los mismos que hoy saquean Ucrania y celebran la "Reconquista" en Madrid. Los fracasados con la mística woke no nos sirven.

Carlos Martínez García

Politólogo y ex portuario. Miembro de la plataforma socialista pro PSF.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios