No hay justificación alguna. El Frente Atlético es un grupo de animación anclado en el odio. El problema es que al club le interesa su continuidad. Van camino de pasar todos los límites. Tienen el pin de la inmunidad, llamado antimadridismo. Justifican todo con el odio al rival de la ciudad. Ese complejo histórico del 'Pupas' llevado al máximo exponente y a la trinchera del conmigo o contra mí.
Me da mucha pena. El Atlético de Madrid ha crecido como lo ha hecho la sociedad, pero ha tomado el camino equivocado. Tiene aficionados que saben de la grandeza de su Historia. Que saben quién era Vicente Calderón, un presidente al que ya no honran con el nombre del campo, porque interesa tapar la Historia. Que nadie se acuerde de cómo la familia Gil o el mismo Enrique Cerezo, maestro de relaciones públicas, llegaron a ese palco. Con un delito, probado y prescrito.
Cuando Real Madrid y Barcelona acabaron con sus grupos ultras, el Frente Atlético campaba a sus anchas. Más protegido que nunca. En los últimos años, además, han crecido con el amparo de la opinión pública, de los jugadores y claro está de Simeone. Al Frente Atlético, en su barbarie, le han blanqueado conductas hasta el mismo alcalde de Madrid, otro colchonero de los que da vergüenza ajena. Los ‘atléticos’, en su delirio, pierden el más común de los sentidos. Acojonante es oírles defender lo indefendible, en este caso el nazismo del Frente, simplemente porque actúan contra un jugador del Real Madrid. Tienen secuestrado al Atlético de Madrid desde el odio hacia el madridismo. Y nadie se atreve a ir directamente contra ellos. Da vergüenza ver ayer al término del partido como los jugadores botaban con esos ultras al grito de “madridista el que no bote”. Y más todavía escuchar a gente en los medios haciéndoles el caldo de cultivo. Por fortuna queda algún pequeño reducto que se ha dado cuenta de la situación. Que no puedes manipular con el odio. Que algunos jugadores y el entrenador se han convertido en ultras. No se si en las próximas horas alguien tendrá el valor de desmarcarse públicamente de las impresentables declaraciones de Koke o Simeone. Lo que sé seguro es que no les rectificarán desde el club.
Apuesto a que el tiempo pasará y una vez más justificarán los hechos. Los demás no entendemos al Atlético. Aparecerá el victimismo. La culpa estará en el paseo de la Castellana. Seguirá viéndose, como si fuera normal, a críos menores de edad escupiendo, con verdadero odio, la placa de Courtois en las afueras del Metropolitano o imágenes de encapuchados en el Frente Atlético con símbolos nazis. Ese no puede ser el Atlético de Madrid. Me niego a pensar que la afición rojiblanca va a seguir alimentándose de odio. ¿Qué será lo siguiente? Pegar al vecino por ser del Real Madrid. La deriva es peligrosa.