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Franco, Franco, Franco

jueves 02 de enero de 2025, 20:09h

Gustavo Petro, presidente de Colombia, en su primera visita a España en mayo de 2023, y en sólo 3 días desarrolló una intensa agenda que le llevó a ser recibido por el rey Felipe VI; a reunirse con el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez; a dirigirse en sesión conjunta al Senado y al Congreso de los Diputados; a participar en un encuentro empresarial organizado por la CEOE; a acudir a las instalaciones de la empresa aeronáutica Airbus, con la que Colombia había firmado un convenio de colaboración, y hasta a volver a la Universidad de Salamanca, donde el presidente colombiano había estudiado.

Nada de todo eso ha quedado en la memoria de Petro porque lo que de verdad marcó al mandatario colombiano fue su paso por El palacio de El Pardo, la antigua residencia de Francisco Franco, hoy reservada para alojar a los ilustres mandatarios que visitan nuestro país.

Entre bromas y veras, Petro dijo al finalizar su visita que su paso por la antigua residencia de Franco "se me llenó de pesadillas la cabeza".

Esta, creo yo, es la clave que ha inspirado a Pedro Sánchez para declarar 2025 como el Año Franco, medio siglo después de que el ex caudillo de España acabase sus días, no en el fragor de la batalla contra la masonería y el socialismo y el comunismo internacionales, ni dejando todo "atado y bien atado" para que un día, por lejano que fuese, no surgiera en España un Pedro Sánchez cualquiera que lo acabase sacando de su tumba en el Valle de los Caídos.

Nada de eso, porque el dictador murió en la cama, cuidado por una legión de médicos, y con toda su familia pendiente de él, sobre todo el Dr. Martínez Bordiú, que sacó tajada del luctuoso suceso vendiendo las fotografías de esos últimos instantes de su suegro a Interviú, por unos 15 millones de las antiguas pesetas, según dijeron entonces las malas lenguas.

No sé muy bien si con este concepto se referían a las del régimen, las de la oposición, o simplemente a las de la "prensa canalla", que es como se llamaba entonces, así en genérico, a toda la prensa que abrazaba el sueño húmedo de la democracia.

El caso es que un hombre, Pedro Sánchez (1972), que probablemente no oiría hablar de ese tal Franco hasta que llegó al capítulo correspondiente de Historia en la EGB, acabaría acudiendo a la figura del ferrolano ilustre para intentar que el pueblo español –que, en su inmensa mayoría, ya ni se acuerda de él–, descubra a modo de epifanía que no han sido Juan Carlos I, Adolfo Suárez, Felipe González, Santiago Carrillo, Manuel Fraga y trantos otros nombres ilustres de la Transición primero, y el pueblo español después, quienes verdaderamente enterraron la figura del dictador con las primeras elecciones democráticas y con la aprobación de la Constitución de 1978.

Al habitante de la Moncloa no le basta con haber desenterrado el cadáver de Francisco Franco para llevárselo al cementerio del Pardo, sino que ahora quiere volver a desenterrarlo –siquiera sea metafóricamente–, y pasearlo en procesión durante todo un año y por toda España para que el pueblo descubra que a él, sólo a Pedro, se debe la gloriossa gesta de que España sea hoy verdaderamente democrática, y que todo eso de que alguno, o algunos, de sus ministros y más directos colaboradores políticos, su esposa Begoña Gómez, su hermano David Sánchez –o David Azagra, que me da lo mismo–, o Álvaro García Ortiz, "su" Fiscal General del Estado resulta que están inmersos en sendas investigaciones judiciales por mor de la fachosfera franquista (léase todo aquel que es capaz de atreverse a dudar de la palabra del líder supremo), y no por razones objetivas que, al menos en principio, ofrecen suficientes indicios a los jueces que aprecian indicios racionales de que los investigados pueden estar vulnerando la legalidad vigente.

Todo vale. Si hay que sacar en procesión a Franco, se le saca. Si hay que mentir, se miente. Si hay que hacer que toda la población sustituya su visión de la realidad por otra (virtual), que difumine los pelillos que crecen en Moncloa, se hace.

Todo sea por la mayor gloria del presidente. Y si hay que poner a soñar a todo ciudadano español con Franco, como le sucedió a Petro en su visita a España, pues adelante.

Pero, claro, como no se puede iniciar desde Moncloa un paquete turístico gratuíto para que todos los españoles duerman una noche en el palacio de El Pardo, bueno es que en 2025 se saque al fantasma que lo habitó por todos los rincones patrios.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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