Estos días el Teatro Español de Madrid está de enhorabuena. Lleno diario y hasta la bandera, para poder ver el "Misántropo " de Molière, en una magnífica, respetuosa y actualizada versión de Miguel del Arco, que ha sabido mantener el espíritu del clásico francés en un texto tan cómico como dramático y filosófico, que demuestra una vez más la vigencia de esos grandes temas que siempre han movido al Hombre (con mayúsculas): el amor, los celos, la amistad, la disyuntiva social permanente entre la sinceridad (la verdad) y la hipocresía, el "corre, ve y dile" del cotilleo constante, el interés como base de las relaciones con los demás, la adicción al alcohol y las drogas, o la corrupción política y personal, entre otros muchos rasgos que definen la condición humana a lo largo de todos los tiempos...
La compañía Kamikaze, que lleva trabajando más de 5 años, y que cuenta ya con varios e importantes premios en su haber, la forman el "misántropo" Israel Elejalde, y sus compañeros Bárbara Lennie, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, José Luis Martínez, Miriam Montilla y Manuela Paso que, en un trabajo actoral antológico, enriquecen y traspasan a nuestros días a unos más que creíbles personajes originales del dramaturgo francés: Alcestes, tan sincero como contradictorio y enfrentado con el resto del mundo; Celimena, seductora nata y, de profesión, ambiciosa; Filinto, el íntimo amigo de Alcestes, que representa el contrapunto de su personalidad; Oronte, un triunfador nato que, para llegar hasta donde se propone, no se para en mientes; Arsinoé, interesada y fría; Elianta, la intelectual del grupo y, por último, Clitandro, un político manchado y corrompido hasta las cejas. Todos ellos dan vida a empresarios, arribistas o trepas de cualquier sector, a quienes todos los espectadores pueden poner nombres y apellidos de gente de su entorno, que es el de todos, el de estos aciagos días en que aparentar se ha convertido en la religión oficial de nuestro tiempo, y contra lo que lucha vanamente en cuerpo y alma Alcestes, el "misántropo".
La escenografía, la iluminación y el vestuario están al servicio permanente y exclusivo del espectáculo y contribuyen a lo largo de toda la obra a potenciar el texto, que Miguel del Arco, que también la dirige, pone así mismo a su servicio.
El clásico de Molière se estrenó en junio de 1666 y, desde entonces, Alcestes, ese personaje de psicología tan intrincada y que desprecia a toda la humanidad, no ha dejado de representarse en los más variados escenarios y en multitud de idiomas de todo el mundo. Entre nosotros, me viene ahora a la memoria otra excelente versión -a la que esta otra no tiene nada que envidiar- de Adolfo Marsillach, que montó en 1996 cuando estaba al frente de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. En su cuaderno de dirección, el genial Marsillach anotó, entre otras, esta característica que, a su juicio, define a Alcestes, el misántropo: "Filosóficamente la obra plantea un dilema: ¿mundo o desierto? Sin embargo, y esto es lo terrible, Alcestes existe en función de esa sociedad que detesta. En el desierto no sería, no será absolutamente nada".
Tanto Marsillach como del Arco han sabido sacar lo mejor y lo peor de un autor (Molière) y un personaje (Alcestes), que son parte de esos cuantos nombres vinculados al arte de la escena que nunca morirán. Y Kamikaze representa estos días en el Español -ya por muy poco tiempo- un "Misántropo" de obligada asistencia para todos los amantes del teatro.