La columna de Gema Lendoiro: "Soy gay y necesito mis quince minutos de gloria"

Que la tele siempre ha gustado a la plebe es más que un hecho. Y no me refiero a verla (que también) sino salir en ella. ¿Se acuerdan ustedes del mítico, "puedo saludar" cuando alguien llamaba para concursar en directo? O, ¿qué me dicen de cuando alguien hace una conexión en directo y siempre encuentra al payaso de turno que hace caras por detrás del periodista? Y, por supuesto, tenemos en España a mocito feliz que es un ser humano cuyo oficio consiste en ir siempre al lado de cada famoso, da igual cuál sea, y ponerse siempre a tiro de cámara para salir, bien en la tele o bien en la portada de una revista. Mocito es, sin lugar a dudas, el personaje que más portadas de este país tiene. Y además posee la rara habilidad de la ubicuidad que ya quisiera para sí el mejor paparazzi de este país.

Andy Warhol lo expresó bien: todo el mundo debería tener derecho a 15 minutos de gloria. Y no se equivocó. Los seres humanos pueden dividirse también en dos clases; los que luchan por lograr notoriedad y los que huyen de ella como gato del agua. Ayer, en las inmediaciones de la sede del partido popular en Madrid, en la calle Génova, había centenares de periodistas acreditados y, muchos de ellos, de canales y medios extranjeros. Estaba Al Jazeera, esa cadena que llegó a sus máximas cuotas de audiencia con la guerra de Irak. Allí estaba el corresponsal emitiendo y, de repente, en medio de la algarabía y el gentío, dos lindos muchachotes, ambos de sexo masculino, procedieron a darse un largo y húmedo morreo para que España, el mundo entero, islámico para más datos, los viera. Ellos, los del morreo, intuyo que no sabían muy bien de qué televisión se trataba, pero el caso era salir en la tele. Eso y, quiero entender, provocar.

Porque, díganme ustedes ¿qué pretensión había en ese acto? No tengo ni idea de qué tendencia política serían. Es de suponer que si estaban allí eran simpatizantes del PP. Si no lo eran entonces ¿eran periodistas? ¿Simplemente pasaban por allí? ¿Querían provocar algo con ese acto? ¿Querían salir en la tele pero el puedo saludar les quedaba corto? ¿Sabían que era una cadena que se emite para países árabes y pretendían demostrar que lo que en esos países se castiga con muerte y latigazos aquí en España está plenamente admitido e incluso se pueden casar con todos los derechos? O simplemente se pensaron que era una cámara de Telemadrid o, peor aún, de Intereconomía y quisieron escandalizar. Nunca lo sabremos.

El caso es que consiguieron su objetivo: salir en los medios y servidora les está dedicando su columnita de hoy. Mis saludos afectuosos desde aquí y si lo que querían era demostrar al mundo entero lo que se quieren, mis felicitaciones. Si querían poner de manifiesto una defensa de sus derechos decirles que por ahí no van bien. Que la igualdad que pretendemos (casi todos) de los derechos de los homosexuales y transexuales pasa, precisamente, por no hacer alarde de la intimidad de cada uno porque eso, justamente eso, manifiesta una clara desigualdad. Y que, de la misma manera que huyo de las mujeres que utilizan sus encantos sexuales para lograr sus objetivos, escapo de los gays que, para reclamar derechos que ya tienen, hacen esas demostraciones ridículas y que, además, en nada les benefician. Los derechos se consiguen luchando (dialécticamente hablando, quiero decir) exponiendo, defendiendo, argumentando, escuchando pero no haciendo exposición de lo íntimo que a nadie importa. Y ya de hacerlo y en pos de conseguir espectáculo del verdadero, deberían haber portado la siguiente pancarta: "Soy gay y necesito mis quince minutos de gloria"

Y, por cierto, misma soberana gilipollez los impresentables que se presentaron con la bandera del águila imperial, sí, sí la de los tiempos de la falange y de Franco. Si es que damos la imagen al mundo de lo que somos. Y así ¿cómo nos ha de ir bien? En fin.

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