Que alguien como
McCain haya elegido a alguien como
Sarah Palin como candidata nada menos que a la vicepresidencia de los Estados Unidos me hace volver a meditar acerca de la calidad de estos políticos que rigen el mundo. Ya sé que, tras
George Bush, nada debería sorprendernos, pero qué quieren ustedes, lo de la señora Palin me tiene todavía algo traspuesto: todas sus fotografías, por ejemplo, están dedicadas a la caza, y ninguna a la lectura de un libro. Me recuerda al Putin cazador de tigres: qué curioso es esto de ver a los poderosos del mundo rifle en mano…
Claro que también teníamos a gentes como
Berlusconi, toda una gema en su especie. Incluso al mismísimo
Sarkozy, que no me negarán que no es precisamente un político convencional. O, en América Latina, una gama de dirigentes políticos de variopinta condición, pero todos ellos pertenecientes a la subespecie de ‘más bien raros’:
Chávez,
Correa,
Cristina Kirchner, el propio Evo…
Así que casi empiezo a reconciliarme con la clase política española, tan poco brillante en general, pero donde apenas alguna ministra esotérica sería capaz de rivalizar con los antedichos. No, definitivamente no tenemos a alguien con la fuerza racial de
Palin, y hasta me produce lástima cuando algún/a pelota, tratando de congraciarse con algún/a político/a, nos dice que va llegando la hora de que una mujer ‘dura’, sin complejos ideológicos, llegue al poder en este país nuestro. Yo, la verdad, a los palin de este mundo los dejaría tranquilos/as en Alaska, para terror de osos y alces y para solaz del resto del mundo. Por favor.