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Los clásicos chilenos

Los clásicos chilenos

viernes 08 de agosto de 2008, 21:46h
La proximidad del bicentenario de la República obliga a realizar algunos balances y a reconocer nuestros valores literarios definitivos. Es probable que en el curso de los años algunos árboles ya marchitos no dejaron ver el bosque, pero el tiempo es inexorable y justiciero. Termina por rescatar a los creadores que fueron olvidados o no reconocidos en todos sus valores. A menudo los convierte en patrimonios de la cultura de una nación.

A estas alturas ya sabemos cuáles son nuestros autores clásicos. Es la oportunidad de reconocerlos, reeditarlos y entregarlos a las nuevas generaciones. Dos autores del siglo XIX están a la cabeza de estos clásicos indiscutibles. De alguna manera, ellos fueron historiadores y cronistas formidables del siglo que vivieron, cuando la República daba sus primeros pasos en un tiempo de consolidación, avances y retrocesos. Estos autores pilares son Vicente Pérez Rosales y Alberto Blest Gana.

Leemos siempre con renovado placer los “Recuerdos del pasado” de Pérez Rosales. Es el relato de una gran aventura, de una misión entregada por el país a un funcionario celoso y visionario. Era nada menos que la colonización del sur, con esforzada gente europea. Pérez Rosales fue el guía de una epopeya. Hubo que dominar la naturaleza y establecer, en un mundo desconocido, a colonos con débiles fuerzas para vencer en la aventura. Es el relato de una historia heroica pero también amable y mágica. Todo está en ese libro notable que muchos han leído más de una vez. Sus páginas de sabrosa y apasionante prosa, se mantienen intactas y sirven para conocer a un país en formación.

Tan notable como el gran libro de Pérez Rosales son las novelas de Alberto Blest Gana, el mayor novelista chileno, el padre de nuestra literatura de ficción. Estas ficciones estuvieron siempre apegadas a la realidad y podríamos decir que nadie como Blest Gana describió tan profundamente nuestras costumbres y los personajes de la historia en carne y hueso, como seres humanos y no como las estatuas inertes de los historiadores académicos. Martín Rivas es una historia romántica al estilo de la literatura de su época, pero también es un fiel cuadro de las ideas y valores, y los prejuicios y discriminaciones de la sociedad chilena a mediados del siglo XIX. Después, “Durante la reconquista”, resulta la más minuciosa crónica de los albores de la república, luego de la derrota de la independencia y la reconquista española. Por ese libro más que con ningún otro conocimos a los héroes y a los villanos, al pueblo verdadero y a sus enemigos. Blest Gana, continuó sus grandes frisos sociales con el “Loco estero”, cuyo verdadero protagonista es el pueblo chileno, los juegos y los entusiasmos populares. No se puede omitir “Los trasplantados”, una novela sobre la emigración a París de algunas familias burguesas y su ridícula mimetización con una clase que en realidad los despreciaba y ridiculizaba.

Con Pérez Rosales y Blest Gana tenemos a dos clásicos de enormes dimensiones que son además dos testigos privilegiados de nuestro devenir. Su lectura tendría que ser obligatoria para todos.

Con una devoción distinta leemos a los clásicos de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, Federico Gana, Baldomero Lillo, Manuel Rojas, Francisco Coloane, Alberto Romero, Nicomedes Guzmán, equivalen a un reconocimiento de nuestros clásicos. Capítulo aparte y obvio son los poetas universales, Pablo Neruda; Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, aunque en ese ámbito la gran poesía chilena empezó con Carlos Pezoa Veliz, quien fue el precursor de todos.

Sólo queremos llamar la atención sobre los clásicos chilenos y la necesidad de conocerlos porque son tal vez las más altas expresiones del alma del país.

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Luis Alberto Mansilla
Periodista
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