Otros presumen de trabajo. Son los que se piensan que pertenecen a una especie única en el mundo: los que van cada día a trabajar y tienen múltiples marrones. A la pregunta: ¿qué tal?, suelen contestar: Fatal, estoy hasta arriba de trabajo, no puedo más, es que de verdad, qué horror porque mi jefe esto, porque mi secretaria lo otro (esto lo dicen varias veces para que te des cuenta de que tienen secretaria, luego su puesto es importantillo). No saben hablar de otra cosa y cuando conocen a gente nueva lo único que intentan averiguar es el trabajo del otro. No porque les interese, sino porque desean ardientemente que luego les interroguen sobre el suyo. Cuando empiezan a hablar de sus quehaceres laborales, date por perdido.
Otros (en este caso la mayoría femenina es aplastante) presume del servicio (del doméstico). Son las que te cuentan lo malísimas que son las inmis y lo fatal que planchan y en fin, chorradas varias que no interesan a nadie.
Pero de lo que puede presumir la gente hay un ejemplo que me encanta. El de presumir de C.I, es decir de cociente de inteligencia. ¿A qué cuesta creerlo? Pues hay gente que lo hace. Te sueltan (suelen decirlo en bajito): “Yo es que tengo tanto de CI”. Y claro, te quedas muerta, porque, en primer lugar tú no te lo has medido o si lo has hecho no llegas a esa cifra y, en segundo lugar, no sabes qué responder a semejante confesión.
Normalmente la gente que dice esto es, en efecto, inteligente. Pero a saber en qué. A mí las personas inteligentes me fascinan y en la inteligencia, como en todo, también hay clases. La mejor de todas es la que sorprende, la que no te esperas. Y precisamente por su componente de sorpresa te quedas más flipada.
Flipada me he quedado con Paris Hilton. Hasta ahora (he de reconocer) esta chica me parecía de lo más tonta. Craso error. De tonta no tiene un pelo. De nuevo se confirma mi teoría, nada como parecer tonta para saltar un buen día y dejar a todos con la boca abierta. A estas alturas se imaginarán de qué les hablo, pero para los que no han leído nada del asunto, refresco: Hace unos días John McCain, candidato republicano a la Casa Blanca, utilizó en un vídeo promocional la imagen de la rica heredera y no precisamente en beneficio de ella. Así que París, ni corta ni perezosa, ha decidido atacar de la misma manera. ¿Cómo? Como mejor sabe y en el mejor medio. A saber: ha hecho un vídeo en el que sale en triquini y lo ha difundido en Internet. El resultado, el mejor del mundo: millones de descargas (yo también me lo he descargado, está en www.funnyordie.com).
La muchacha sabe dos cosas: que está muy buena y que el mundo entero cree que es tonta. Y en esa línea ha hecho el vídeo para no defraudar a nadie. Se presenta como candidata a la Casa Blanca (EEUU es el país de las oportunidades) y algunas de sus propuestas son: pintar la Casa Blanca de rosa o nombrar de vicepresidente a Rihana (la del Umbrella, ella, ella, ella…). Su pretexto para presentarse es que ella también es famosa y que, además de no pertenecer al pasado (como Mc Cain), ni prometer cambios para el futuro como el otro tipo (Obama), ella está buena. ¡¡¡No me digan que no tiene gracia!!!! Esta vez hay que reconocerle el ingenio a Paris.
La familia de Paris ha ido más allá y ha decidido no donar un dólar más a la causa republicana. Pero su díscola hijita, me temo, ha hecho más daño con ese vídeo.
Yo ahora estoy muy intrigada en saber cuál es el C:I de París, pero estoy segura de que es altísimo. ¿O no?