Con los muertos no se huelguea
miércoles 18 de junio de 2008, 11:57h
No recuerdo una primavera tan florida de huelgas y paros como ésta. No es achacable a las lluvias, que están siendo generosas, sino a las tormentas sociales y políticas, algunas acompañadas de aparato eléctrico y sonoros truenos. Y es que la primavera, la sangre sindical altera.
La última fue ayer mismo, la de los trabajadores de la empresa mixta de Servicios Funerarios, que se repetirá mañana; la siguiente, si antes no se impide, la de las ambulancias. Contando con que fracasó la de los pasteleros, nos encontramos ante un ramillete de conflictos de lo más variado, variopinto, singular y hasta rocambolesco.
Siguen cumpliendo huelga, y llevan más de un mes, los controladores de los parquímetros. Lo hicieron en su día los médicos de cabecera, los profesores, los transportistas, los de la limpieza viaria, los funcionarios públicos de la Comunidad y los funcionarios de Justicia. ¿Hay quien de más? ¿Hay quien encuentre una primavera más prolífera en conflictos sociales, en huelgas paros y semiparos, en mira que voy y luego me quedo, que ésta?
Y si hay que hablar de huelgas que tienen la parte trágica del esperpento, es la celebrada ayer, y que se repetirá mañana, de los trabajadores de la empresa mixta de Servicios Funerarios. El derecho a la huelga, que todavía no está regulado por ley, debe tener algunas excepciones, y sin duda una de ellas sería la de aquellos trabajadores que tienen que cumplir con la labor cristiana, ética y hasta sanitaria de enterrar a los muertos. No se puede dejar a los muertos sin inhumar o, en el mejor de los casos, ponerles a la cola, en lista de espera para ser enterrados, con retrasos considerables, como si esto fuera una ventanilla donde se puede aguardar turno armándose de paciencia.
Lo que se vivió ayer en el cementerio de la Almudena fue de un esperpento entre lo vomitivo y lo dramático. Trabajadores con sus pancartas a pie de tumba, junto a los féretros con sus correspondientes muertos dentro, gritando, reivindicando y haciendo sonar sus silbatos. No puedo caer en la broma de mal gusto de preguntar qué cuerpo se les quedaría a los difuntos, pero sí a sus familiares.
Hay huelgas con piquetes que no respetan la libertad y los derechos colectivos, y hay otras, que sin piquetes, pero con pancarteros vestidos de butaneros, no respetan el dolor, la angustia de los familiares de unos muertos a los que la tumba puede esperar, porque los trabajadores de la empresa mixta de Servicios Funerarios así lo deciden y sus reivindicaciones están por encima de la vida y de la muerte.