Es todo un logro haberse convertido en la primera actriz española en ser candidata a la codiciada estatuilla de marras. Y lo es tener asimismo una carrera imparable en la meca del cine (?) en la que la brutal competencia puede sacarle a uno los ojos si se descuida. Pero, y a riesgo de cometer sacrilegio, he de decir -con los cabezazos contra la pared de la gran Carmen Maura como banda sonora original de este momento- que ‘Pe’ Cruz no se lo merece. Los méritos publicitarios y/o promocionales los tiene -cómo no, ha tenido grandes maestros-, pero sigue siendo esa artista sobrevalorada que, a pesar de progresar adecuadamente -Volver es un ejemplo, sí- no les llega ni a la suela del zapato tanto a sus compañeras de categoría como a las actuales chicas Almodóvar.
Otro, que se habrá llevado un disgusto mayúsculo. Estar tan bien acostumbrado no es bueno, sobre todo si en los últimos tiempos te han dorado la píldora más de lo normal. Es cierto que su último trabajo no desmerece unos cuantos premios y, desde luego, su descarte en favor de la ‘niña de sus ojos’ es una injusticia asesina de esas que de vez en cuando practica con alevosía la heterogénea Academia de Hollywood (¿habría llegado más lejos Salvador?, me pregunto). Pero las selecciones son así y no por ello dejaré de creer en estos galardones. El escepticismo, no obstante, me ha llevado a tomarme sus decisiones con prudencia y mucha filosofía, aunque este año va a ser muy complicado que el talento se quede fuera del podio, visto lo visto.
Ya es hora de que el señor Martin Scorsese se lleve un 'Oscar', y si no lo consigue con la más que excelente Infiltrados, tendrá que empezar a pensar que el mal de ojo existe de verdad. El gran problema es que enfrente tiene a tres monstruos de la dirección, Frears, Eastwood y González Iñarritu. Aunque si el reparto es equitativo, ninguno debería salir mal parado. Babel es el brillante culmen de una disertación visual en tres partes sobre la incomunicación y la condición humana, y tiene, a mi juicio, todas las papeletas para llevarse el premio gordo. Porque Clint, con sus Cartas desde Iwo Jima, (¿mejor guión?), ya ha conseguido lo que quería con un buen film rodado en japonés, una vuelta de tuerca a una segunda Guerra Mundial demasiado trillada a estas alturas.
Así, esperamos que la Reina (Helen Mirren) vuelva a ser la reina y de paso consuele al irlandés de ‘Café idem’ y que Di Caprio no desespere cuando Forest Whitaker suba al escenario a recoger su mención. Y no hablemos sólo de los grandes estrellones, que la mexicana –y muy española- El laberinto del fauno de Guillermo del Toro -la cosa va de trilogías- tiene muchísimas posibilidades, al igual que alguno de los dos cortos del país con los que Javier Fesser y Borja Cobeaga han metido la cabecita en el Teatro Kodak. De todos modos, la lista de premios de consolación dejará, si los dioses conceden, un rastro visible en joyitas como Pequeña Miss sunshine, las sobras de un espectáculo que bien merece una noche en blanco, a pesar de todo.