El 800 5500 y el 512 9444 no paran de sonar. Los fumadores creyeron que la ley era otro relajo nacional, y ahora se encuentran contra la pared, escondiendo sus colillas a medio fumar. Pero el rastro del humo es inequívoca prueba del delito, y las multas empiezan a ejercer un peso efectivo, donde las pastillas y los métodos para dejar de fumar fracasaron.
Restaurantes, bares, casinos, call centers, terminales de transportes, universidades y hoteles, donde haya un fumador furtivo, allí están los fumadores de segunda mano denunciando a sus victimarios.
La ley antitabaco está surtiendo efectos inmediatos. El hábito pesa demasiado en los bolsillos, además del estigma de ser fumador, que aunque hace un siglo fue una especie de símbolo de elegancia y estatus social, hoy es visto como una debilidad del organismo y ausencia de voluntad.
Lo que no pudo el miedo a morir, lo está consiguiendo el miedo a la multa, que puede ser de hasta 100 mil dólares. Las cajetillas de cigarrillos no tenían antes ninguna advertencia. Primero se les obligó a poner “el cigarrillo puede ser nocivo para la salud”, pero seguimos fumando. Después fueron más explícitas : “el cigarrillo produce cáncer de pulmón”, pero el aviso no asustó a los fumadores. Las víctimas del humo esperan que las multas modifiquen el hábito de fumar.
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