Primer luto oficial
domingo 04 de mayo de 2008, 17:22h
La muerte de Leopoldo Calvo-Sotelo, repentina e inesperada, marca una fecha muy simbólica: la de una democracia que empieza a tener historia. El serio y riguroso Calvo-Sotelo es el primer presidente democrático de la España moderna que fallece, lo que da idea no sólo de la juventud del nuevo orden político español, sino también de la de nuestros presidentes, cada uno de los cuales ha ido progresivamente recortando años al anterior. Cosas de los tiempos que corren, en que la experiencia y la veteranía dejaron de ser valores en alza.
Aunque es tradicional que todo el mundo hable bien de uno cuando muere, en el caso de Calvo-Sotelo la unanimidad es absoluta, entre todos los sectores políticos –ese mundo siempre cambiante y siempre rugiente-. No fueron tan buenas las críticas mientras ejerció: las hemerotecas de entonces estaban llenas de reproches feroces por cuestiones de Estado, y también por frivolidades como sus trajes de baño, los famosos “bertoldos”. Pero lo cierto es que Calvo-Sotelo fue toda su vida un ejemplo de trabajo bien hecho, de seriedad y rigor en las tareas encomendadas. Cuando terminó su periodo, se marchó envuelto en la normalidad que siempre le acompañó, sin estridencias ni escándalos. Y supo salir de la vida política igual que entró en ella, con esa discreta elegancia que era su seña de identidad.
Ahora que la política vive momentos tan grises, donde la competición no es entre talentos sino sólo entre ambiciones, reconforta recordar el buen hacer de un presidente al que todos reconocen como un buen modelo a seguir. Confiemos en el contagio.