Primero, el pasado martes, fue Artur Mas, con su exigencia de que el Tribunal Constitucional se ‘olvide’ de emitir sentencia sobre la constitucionalidad del Estatut de Catalunya, presumiendo que el dictámen resultará negativo y sugiriendo serios conflictos institucionales si no se hace lo que él dice. Ahora, el presidente del Partido Nacionalista Vasco, Iñigo Urkullu, habla de posible “choque de locomotoras” si Zapatero no acoge la ‘mano tendida’ de los nacionalistas vascos.
Pienso que ninguno de los dos está sabiendo asimilar la decisión de Zapatero de no negociar con los nacionalistas para evitarse hipotecas, y temen que los pactos vengan, más bien, a través de conversaciones ‘de Estado’ con el Partido Popular. Por ello, aprovechan los foros abiertos en Madrid, foros importantes y de gran resonancia, para lanzar sus advertencias al Ejecutivo socialista: más vale que los ganadores de las elecciones nos escuchen y atiendan nuestras reivindicaciones, vienen a decir, o empezará el ‘baile’.
Mi opinión es favorable a un entendimiento entre PSOE y PP, aunque sin olvidar el papel, legítimo y de forzoso reconocimiento, que corresponde a los nacionalistas. Pero una y otra hipótesis pueden perfectamente ser complementarias, a través de conversaciones bilaterales y de alcance tasado, y no tienen por qué ser excluyentes. Es más, creo incluso posible llegar a acuerdos de muy amplio espectro (PSOE, PP y nacionalistas) en determinados asuntos, como la Justicia, la inmigración o la política exterior.
Otros temas, no obstante, acaso los de mayor calado institucional, deberán ser resueltos por los dos grandes partidos nacionales, porque sería dificilísimo acordarlos con los nacionalismos: reforma constitucional y, en su caso, electoral (aunque, claro, nadie quiere abordar este último punto, pese a los desvaríos de nuestra legislación que regula las elecciones: no interesa).
A Zapatero le resultará difícil, pero no imposible, gobernar ‘contra’ los nacionalistas, si los nacionalistas se empeñan en situarse enfrente. Pienso que CiU y PNV, acostumbrados a obtener enormes cuotas de poder a cambio de su apoyo al partido gobernante, perderían más en un combate abierto, en un ‘choque de locomotoras’, que el gobierno central. Y la verdad es que tanto Mas y su coalición, como Urkullu cabalgando a lomos del tigre de su partido, tienen, ahora mismo, una situación bastante peor que la de un Zapatero que se siente, y en eso tiene razón el presidente del PNV, el rey del mambo.
Si (
No(
