Esperanza en su derecho
viernes 11 de abril de 2008, 16:39h
Esto no es de recibo; mientras en EEUU Hilaria y Obama parecen rivales y no compañeros de partido, aquí se organiza la de Dios es Cristo porque Esperanza Aguirre se ha negado a la autocomplacencia tras la derrota del PP y ha insinuado la posibilidad, no solo legítima sino yo creo que moralmente necesaria, de plantearse su presentación al Congreso de Valencia aunque eso "aun no está en sus planes".
¿Pero qué democracia es esta? ¿Cómo es posible que nadie quiera en el PP -ni en el PP ni en ningún partido- confrontar ideas, someterse al voto, aceptar alternativas, hacer autocrítica, cambiar las cosas? ¿Cómo se atreve José Blanco a calificar de "espectáculo" el que está dando a su juicio Esperanza Aguirre cuando el PSOE vivió aquellas primarias de vergüenza y sólo las maquinaciones llevaron a ZP a una secretaria general que iba a ser de Bono? ¿Cómo dice las cosas que dice Gallardón cuando tras sus propias dudas lo que debería hacer es presentarse también y no taparse? ¿Cómo Camps se atreve a afirmar que todo el PP -"y cuando digo todo es todo"- apoya a Mariano Rajoy? Y si es así ¿por qué tanto nerviosismo, por qué tanta plataforma mediática, por qué interés entre los propios y los contrarios en condenar la posición crítica de Esperaza Aguirre?
Es que lo ves desde fuera y parece que todo el PP está encantado con haber perdido las segundas elecciones. Encuentran disculpas para todo, argumentan realidades numéricas que, por muy ciertas que sean, les han dejado otra vez en la oposición. Que los medios y los políticos adversarios aprovechen y ahonden en la situación, parece más que lógico; pero que desde dentro del partido se establezcan apoyos, plataformas y discursos mediatizados para una opción u otra, resulta grave para democracia misma.
Hace unos días ese gran profesional que es Carlos Carnicero escribía un artículo titulado "Esperanza en su laberinto" en el que llegaba a afirmar cosas como esta: "Si trabajara en el ámbito privado la despedirían por una indecisión formulada con ánimo desestabilizador". Pues por esta regla de tres, amigo Carnicero, en el PSOE no quedaba ya ni un barón en nómina. Pero en fin. Esperanza Aguirre puede que esté en un laberinto, pero desde luego está en su derecho y casi en su obligación de presentar una alternativa real o dialéctica.
Si esto sigue así y los protagonistas se dejan, ocurrirá lo que en el refrán, que entre todos la mataron y ella solo se murió. Y no me refiero a Mari Espe sino a la posible democracia interna que se le supone -ya sé que es mucho suponer- al funcionamiento de un partido, en este caso el PP. ¿Es que ningún demócrata de este país concibe que alguien quiera, pueda, se plantee, piense, medite ejercer un derecho tan elemental como el de presentarse a presidir su partido? ¿Es que nadie entiende que ejercer ese derecho aunque sea sin los apoyos matemáticos necesarios es profundizar en la libertad, abrir debates necesarios, hacer autocrítica, proponer nuevos retos? ¿Es que acaso hemos reducido la democracia a una pura cuestión de números y sólo merece la pena jugársela cuando se está seguro de la victoria?
Ignoro si Esperanza Aguirre se va a presentar o no. Ni estoy en la oposición ni pertenezco a ningún grupo mediático. Sólo digo que el PP ahora, como el PSOE en su momento, como todos los partidos que se autodenominan democráticos, no sólo no deberían anatemizar a quienes osan discrepar en parte del poder, sino protegerlos y cuidarlos como una especie a extinguir. Pero los lideres quieren rebaños, ecos de ellos mismos y así abonar la soledad de sus despachos y de su ego mientras piden con la boca chica a los que les rodean sinceridad y franqueza; ellos saben que solo van obtener felicitaciones hipócritas. Por ese las piden y así no va a todos.