No ha cumplido los contratos con la Autoridad de la Región Interoceánica (ARI), fue favorecido con un fallo de la Corte Suprema de Justicia y ha demandado al Estado por 850 millones de dólares.
Los “intocables” no siempre persiguen a los supuestos infractores al estilo Elliot Ness. Cuando el famoso agente apresó a Al Capone, se cerró un capítulo de la mafia norteamericana que destapó corrupción y complicidad de las autoridades. En Panamá el intocable parece estar del lado de los malos, y los ciudadanos no sienten que se haga justicia.
Jean Figali llegó a Panamá hace unos 5 años y apenas pasados 36 meses, se hizo panameño durante el gobierno de Mireya Moscoso. Hizo contratos con la Autoridad de la Región Interoceánica cuando era administrada por Alfredo Arias Grimaldo, y su amigo Winston Spadafora, magistrado de la Corte Suprema, fue quien lo favoreció en el fallo que lo eximía de pagar a la ARI.
Los Estados Unidos le revocaron la visa a Spadafora por actos de corrupción, pero el gobierno panameño no sabe nada de esos actos, y Figali parece seguir bendito de la justicia, pues el relleno que se empeñó en construir, de unas 8 hectáreas robadas al mar, no ha podido ser detenido a pesar de múltiples quejas y señalamientos sobre su fraudulencia.
El actual gobierno está a un año de terminar su gestión y Figali sigue actuando como un “intocable”. Nadie le pone el cascabel a este gato, que abusa de la debilidad de una justicia que se ensaña con los débiles y ensalza a los poderosos.