Es humillante para los europeos que sus líderes vibren de emoción cuando George W. Bush los saluda, como ocurrió esta semana en Belgrado, aunque hubo una honrosa excepción: Rodríguez Z.
Cincuenta y nueve presidentes y jefes de gobierno aliados de España en la UE y en la OTAN querían fotografiarse con el estadounidense, pero Z, nuevo Méndez Núñez, se quedó absolutamente solo, diciéndose: “Más vale honra sin barcos que barcos sin honra”.
España conserva el orgullo, la altivez de los hidalgos, de los Conquistadores: “Mejor estar solo que mal acompañado”, añadió para sí un Rodríguez Z enrabietado.
Aparentemente se había autoexcluido. Los líderes europeos ni le hablaron, ni siquiera lo miraron: seguramente porque estaban avergonzados al tener que hacerle risas hipócritas a Bush y no querían aparecer humillados ante el soberbio español.
Hasta Javier Solana, ministro de Exteriores de la UE, abandonó a su compatriota y conmilitón socialista y homenajeaba las gracias del texano.
Pero nuestro paladín, aunque arrinconado, mantuvo el tipo. Como cuando no se levantó ante la bandera estadounidense.
Y pensaba: “Que no se crea que padezco un complejo de inferioridad, como dicen mis enemigos, que aseguran que soy incapaz de sentirme igual a los demás líderes. Debo seguir impávido para que imaginen que soy un antiguo caballero español, soberbio y displicente”.
Z había anunciado previamente un encuentro amistoso con Bush. Pero el americano debió acobardarse ante el Titán leones y, ocultando su miedo, lo rehuyó diciéndole solamente: “Hola, hola, felicidades”.
Solitario en una gran mesa, Z hace como que mira papeles. Está desconcertado: no se esperaba esa cobardía del mandamás estadounidense.
Porque él sabe que Bush lo admira, aunque lo disimule. Antes de ese “Hola, hola, felicidades”, el pasado septiembre le había dicho en Nueva York: “Hola, amigo, ¿cómo te va?”
Ocho palabras, solamente. Pero, entre ellas, “amigo” y “felicidades”. Ese era un mensaje oculto de temor, claro que sí. Y de fervor.
Sin duda, Z lleva ya varios días desmenuzándolo estudiando astrología, Zen y libros de autoayuda.
Manuel Molares do Val
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