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Uno de cada 10 miembros de bandas juveniles es chica

viernes 04 de abril de 2008, 13:59h
Solo un tercio de los miembros de bandas juveniles, tanto de corte político como latinas, permanece más de un año en ellas.
 "La llegada de las bandas latinas a nuestro país nos cogió a todos por sorpresa", confesó Francisco Manuel García Ingelmo, fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) durante su ponencia en las Jornadas sobre Derecho y Menores, organizadas por la Universidad Pontificia de Comillas y patrocinadas por la Fundación Diagrama.

Hasta el año 2005, las bandas a las que pertenecían los menores sujetos a medidas judiciales que ingresaban en los centros de reeducación de Madrid por este motivo tenían corte político, o de extrema derecha o de extrema izquierda, pero a partir de ese año empezaron a llegar miembros de bandas latinas. Así lo expuso Amparo Pozo, del Departamento Técnico de la Fundación Diagrama, que explicó el trato diferenciado que requiere la intervención con este tipo de jóvenes.

Así, aunque los rasgos psicológicos de estos menores no difieren con las del resto de los jóvenes infractores (dureza emocional, poca empatía, inmadurez afectiva, deficiencias en el autocontrol), sus características sociológicas difieren de las del resto y además varían según el tipo de banda a la que pertenezcan. Así, mientras los integrantes de bandas latinas suelen pertenecer a familias inmigrantes, desestructuradas (casi siempre han venido desde su país años después de que emigraran sus padres, por lo que los miembros de la familia no se conocen entre sí), y un bajo nivel cultural y socioeducativo.

Por otro lado, los que pertenecen a bandas de corte político, ya sea de extrema izquierda o de extrema derecha, suelen ser españoles, de familias estructuradas, con un nivel cultural y socioeducativo medio-alto.

A la hora de intervenir con este tipo de menores, una vez que los profesionales del centro los han identificado como miembros de una banda, el trabajo se centra en conseguir que asuma su condición y que conozca y valore los aspectos negativos de pertenecer a ese grupo. Los profesionales deben estar atentos a su vestimenta, gestos y simbología, pues pueden 'provocar' a otros internos si descubren que pertenecen a una organización rival.

Por otro lado, se les enseña a relajarse y a controlar sus impulsos, a desarrollar su empatía y unos hábitos de vida saludables. A juicio de Pozo, "es fundamental que, una vez que el menor sale del centro y pasa al período obligatorio de libertad vigilada, colaborar con la familia y con su entorno para que encuentre otro entorno de iguales", esto es, para que encuentre otro grupo de amigos.
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