Puede que el ultimátum lanzado por las FARC, en el sentido de tomar represalias contra policías, políticos y otros panameños en las cercanías fronterizas de Colombia y Panamá sea falso, pero la guerrilla no se anda con cuentos para ejercer toda clase de presiones si desea recuperar a sus compañeros. Esta semana seis guerrilleros del Frente 57 de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia fueron apresados por la policía panameña, después de un intercambio de disparos.
Los guerrilleros colombianos usan el territorio fronterizo panameño para descansar, y en más de una ocasión han saqueado poblados panameños en la selva darienita. Los guerrilleros fueron detenidos después de ser auxiliados por la policía panameña, tras suponer que la lancha en la que viajaban se encontraba a la deriva. Nada hubiera pasado si los guerrilleros no exigen, a punta de tiros, que la policía los dejara en paz. Ese hecho los convierte en agresores, y no pueden alegar que simplemente usaban el territorio panameño para descansar, como dicen se les permite en un acuerdo (?) entre las FARC y el Gobierno panameño.
Los organismos de seguridad panameños estudian la procedencia del ultimátum para determinar si es verdadero o falso, pero la voz de alarma está dada, y las poblaciones vecinas a la frontera con Colombia y los puestos de policía empiezan otro calvario de incertidumbres, con la potencial invasión de guerrilleros al territorio panameño. Panamá no tiene ejército desde la invasión norteamericana de 1989, y el entrenamiento de la policía panameña está lejos de ser capaz de enfrentar a los guerrilleros colombianos, aunque un ex·coronel de las extintas Fuerzas de Defensa de Panamá dirige actualmente la Policía Nacional.