La periodista que terminó enseñándole a los ingenieros
Cuando Emily Katherine Dawson tenía once años, se quedó hasta las tres de la mañana escribiendo una reseña de una película que no había entendido del todo. No lo hizo por una tarea escolar, ni por obligación: simplemente quería encontrar las palabras perfectas para explicar algo que la había dejado pensando. Esa mezcla de obsesión por el lenguaje y curiosidad insaciable fue el germen de una trayectoria que hoy la ha llevado a convertirse en una de las voces más escuchadas en el mundo de la inteligencia artificial.
Periodista de formación, doctora en ingeniería, investigadora por impulso y docente por compromiso, Emily K. Dawson ha pasado por empresas como IBM y Alphabet Inc. antes de establecerse como profesora en el Instituto de Tecnología de Illinois. A sus 32 años, con tres libros publicados —incluyendo el reciente IA en la vida cotidiana: Así es tu IA a IA— y una reputación sólida en el periodismo tecnológico, Emily es una de esas figuras que conecta mundos que a veces parecen incompatibles: el académico, el industrial, el mediático y el educativo.
La entrevistamos para hablar de IA, claro. Pero la conversación acabó girando, inevitablemente, hacia un tema que la obsesiona tanto como los algoritmos: la educación y su rol fundamental para preparar a las nuevas generaciones en un mundo dominado por tecnologías que aún no comprendemos del todo.
“No se trata de saber programar, sino de saber pensar con máquinas”
Emily empieza la charla con una frase que suena casi como una declaración de principios: “Tenemos que dejar de pensar que entender inteligencia artificial es cosa de ingenieros o frikis de la informática”. Para ella, el mayor error que se está cometiendo en muchos sistemas educativos es ese: delegar la comprensión del fenómeno de la IA a los departamentos de tecnología.
“La IA ya está aquí, en tu Spotify, en tu Netflix, en la app que usas para correr, en tu correo y en tus redes sociales. Si no entiendes cómo funciona o cómo te influye, estás en desventaja, independientemente de tu profesión.”
Por eso insiste tanto en el enfoque multidisciplinar. En sus clases mezcla programación con análisis ético, historia de la tecnología con comunicación crítica, filosofía con ciencia de datos. Para Emily, no se trata de enseñar a todos a programar, sino de enseñar a todos a pensar en colaboración con las máquinas.
El aula como laboratorio ético

Una de las cosas que más sorprende de su enfoque como profesora universitaria es que Emily K. Dawson no solo enseña sobre IA, sino que también enseña con IA. Utiliza asistentes virtuales en clase, trabaja con algoritmos generativos como herramientas creativas y plantea simulaciones de toma de decisiones con sistemas inteligentes.
Pero no todo es entusiasmo. También hay lugar para el cuestionamiento profundo. “En cada clase les pregunto: ¿qué pasaría si este sistema se equivocara? ¿Quién sería responsable? ¿Qué daños colaterales podría haber?”.
Para ella, la educación no puede permitirse ser ingenua frente a la tecnología. “La IA no es buena ni mala. Es una herramienta. Y como toda herramienta poderosa, puede amplificar lo mejor y lo peor de nosotros.”
Por eso considera que formar a las nuevas generaciones es también una forma de poner límites éticos al desarrollo tecnológico. “Los alumnos de hoy son los desarrolladores, periodistas, políticos y ciudadanos del mañana. Si no les damos marcos críticos, solo estaremos creando futuros ciegos.”
De periodista a ingeniera
Resulta imposible no preguntarle cómo pasó de estudiar periodismo en Texas a doctorarse en ingeniería. Emily ríe y confiesa que nunca fue una transición clara. “Yo solo quería entender. Cada vez que escribía sobre IA, me sentía limitada por lo que no sabía. Así que empecé a estudiar más. Primero un máster, luego el doctorado... y al final, me encontré diseñando modelos en lugar de solo escribir sobre ellos.”
Esa mezcla de bagaje humanista y técnico es, quizás, lo que la hace tan única. Sus libros no están escritos en el lenguaje frío de los papers académicos, sino con la claridad de quien sabe contar una historia. Y eso se nota también en su manera de enseñar. “Una buena clase es como un buen artículo: tiene que tener un hilo, una tensión, algo que te mantenga atento hasta el final.”
¿Y qué hacemos con los más pequeños?
La conversación se desplaza hacia la educación básica. ¿Tiene sentido hablar de IA en escuelas primarias? Para Emily, no solo tiene sentido, sino que es urgente.
“No digo que pongamos a niños de ocho años a entrenar modelos de machine learning, pero sí que aprendan desde pequeños a reconocer cómo funcionan las recomendaciones en YouTube o por qué una app te pide ciertos datos. Es la alfabetización digital básica, como leer o escribir.”
Propone incluir la IA como parte de materias transversales, no como algo aparte. “Así como aprenden a resolver problemas matemáticos o interpretar un texto, deberían aprender a hacer preguntas críticas sobre una tecnología que ya está moldeando sus vidas.”
Futuro colaborativo, pero con conciencia
Antes de despedirse, lanza una última reflexión que se queda flotando en el aire: “La pregunta no es si la IA nos va a reemplazar, sino cómo vamos a convivir con ella. Y para convivir bien, necesitamos educación, pensamiento crítico y una ciudadanía informada.”
Emily K Dawson no es solo una experta en inteligencia artificial. Es una educadora en el sentido más profundo del término. Una de esas personas que no solo acumula conocimiento, sino que sabe cómo sembrarlo.
Y en tiempos donde el futuro parece estar escrito en código, tener una buena maestra de interpretación puede marcar toda la diferencia.